Por Edelmiro Franco. Enviado
Aracataca, Colombia, 14 Mar (Notimex).- Aracataca, el pueblo natal de Leo Matiz, prepara una gran fiesta para celebrar el próximo primero de abril el aniversario número 100 del nacimiento de uno de los grandes de la fotografía en blanco y negro de América Latina.
“Vamos a celebrar los 100 años del natalicio de Leo Matiz, él es hijo de Aracataca, es un grande de la fotografía en blanco y negro. Vamos a hacer varias actividades culturales”, anunció a Notimex Pedro Sánchez, alcalde de este pueblo del Caribe colombiano.
El trabajo fotográfico de Leo Matiz (1917-1998) está “en museos de Milán y México, y nosotros queremos que el maestro Leo tenga un museo en Aracataca, en su tierra que lo vio nacer”, externó.
La alcaldía local trabaja junto con el Museo del Caribe de Barranquilla, la principal ciudad de la costa atlántica, para construir el espacio en honor al artista de la imagen en blanco y negro. “El terreno ya lo tenemos y esperamos empezar su construcción este año con recursos por concepto de regalías”, señaló el burgomaestre.
El proyecto cuenta con el apoyo de Alejandra, la hija del maestro, que es la encargada de conservar y promover por todo el mundo la obra de Leo Matiz.
Sánchez recordó que Matiz, cuando dejó el pueblo por primera vez, decidió quemar su casa y años más tarde, en 1995, cuando regresó a Aracataca, el maestro le propuso al alcalde de la época que le donara una casa para vivir sus últimos años en su pueblo natal a cambio de su archivo fotográfico.
“El alcalde de entonces no le hizo caso a la propuesta del maestro Leo Matiz, y mire hoy, ese legado de fotografías tiene un costo aproximado a los 200 millones de dólares. Aquí estuvieran en Aracataca”.
Este pequeño municipio rodeado de plantaciones de palmas de aceite y banano tiene el honor de tener como hijos a dos grandes: Gabriel García Márquez (Gabo), Premio Nobel de Literatura 1982, y Leo Matiz, el más grande de la fotografía en blanco y negro.
Ellos nacieron en Aracataca. Leo Matiz hace 100 años y García Márquez hace 90 años.
Los dos son reconocidos en el mundo por su obra, los dos fueron amigos y ambos dejaron para la eternidad su huella en esta zona del Caribe colombiano, que fue su primera fuente de inspiración para ambos personajes que hoy están en la memoria del mundo de la cultura.
Para mantener vivo el legado de Leo Matiz, la familia Todaro Decola hizo el proyecto “El patio mágico Gabo y Leo”, que más que un restaurante, es un pequeño espacio cultural para recordar a los dos amigos: El Nobel y el fotógrafo.
En “El patio mágico Gabo y Leo” está la casa de la familia Todaro Decola, que fue el sitio donde el maestro Leo Matiz se quedaba una noche, dos semana o un mes.
El restaurante es un negocio familiar que tiene 40 años, contó Mario Alejandro, uno de los administradores, y hace cuatro años surgió la idea de crear el espacio con el nombre “El patio mágico Gabo y Leo”.
“Gabo -dijo- por ser la figura representativa a nivel mundial. Por su trabajo en la literatura y por haber recibido el Premio Nobel, y Matiz porque es un hijo ilustre considerado uno de los mejores fotógrafos del mundo”.
La casa tiene tres áreas: La sala con fotos de los dos personajes, un segundo espacio donde se atiende a los comensales adornado con fotografías de García Márquez y Leo Matiz, en una especie de pequeños altares según la tradición mexicana del Día de Muertos.
En un costado de este segundo espacio se ilustra de una manera muy creativa un pequeñísimo cuarto oscuro donde trabajó el maestro Leo matiz su obra fotográfica.
La tercera área es el patio trasero de la casa, cuyas paredes este años fueron pintadas en blanco y negro, en donde resalta una de las fotografías emblemáticas del maestro, en tamaño monumental.
“Este año se me ocurrió pintar el patio en blanco y negro, como una forma de rendir un humilde y merecido homenaje al maestro Leo”, subrayó el administrador, mientras mira con atención la foto estampada en un costado del patio.
Matiz trabó una gran amistad con la familia de esta casa-restaurante, al punto que adoptó nietos de los Todaro Decole. “Jugaba con mis sobrinos, que eran unos niños. Ellos le decían abuelo. El maestro salía a caminar con ellos al río”, afirmó Mario Alejandro.
“El maestro -enfatizó- fue un hombre muy sencillo, nunca perdió la humildad a pesar de la grandeza de su obra. Tenía un corazón inmenso. Vamos hacer una fiesta grande en Aracataca para celebrar los 100 años de su nacimiento. El maestro Leo se lo merece”.