Alejandro Cacho
Febrero 21, 2017
Lo que no se habló con EPN
El diálogo del Presidente Enrique Peña Nieto con periodistas para comentar la crítica situación que atraviesa México llegó tarde.
Las explicación del por qué era impostergable el ‘gasolinazo’ debió ocurrir antes y debió ser pública -no solo para periodistas-, acompañada de un plan bien diseñado, estudiado y consensuado con los empresarios para enfrentar lo que se nos vino encima.
Es preocupante lo que dijo el Presidente, pero angustia más lo que no dijo. La reunión giró entre los precios de las gasolinas y la relación con Estados Unidos.
Parte de la historia la conocemos: los precios del petróleo se derrumbaron, nuestra producción de crudo se redujo dramáticamente y el dólar se disparó. A eso agregue que la relación con Donald Trump ha sido muy difícil, la incertidumbre de los inversionistas, que la FED podría seguir aumentando las tasas de interés y varios etcéteras.
Datos interesantes: pasamos de ser el noveno consumidor mundial de gasolinas al cuarto, solo detrás de Estados Unidos, Canadá y Australia. Otro: hoy nos cuesta más la gasolina que importamos que el petróleo que exportamos.
Nuestras reservas de combustibles es de ¡tres días!, cuando la media internacional es de ¡30! No tenemos oleoductos, ni plantas de almacenamiento y seguimos transportando los combustibles en pipas. Esas son algunas de las malas noticias.
Las buenas son que se construirán plantas de almacenamiento y oleoductos en lugares estratégicos del país; Hoy tenemos 11 mil gasolineras en todo el país, aproximadamente las mismas que tiene Guatemala. WalMart y Exxon quieren construir por lo menos otras 11 mil. En total, una inversión superior a los 16 mil millones de dólares.
Si los precios de las gasolinas seguirán subiendo y no tenemos la capacidad de producirlas, almacenarlas y distribuirlas pronto podríamos sufrir escasez y desabasto. De lo que no se habló con Peña Nieto es de ¡qué vamos a hacer!
En las más de dos horas que duró el encuentro no se dijo una sola palabra de cómo dejar de depender tanto de las gasolinas. No se pronunció siquiera la palabra ‘movilidad’, uno de los grandes retos del planeta en este siglo XXI. No se habló de transporte público, ni de otras fuentes de energía. Ya no digamos de los daños ambientales. Nada.
¿Esperaremos a que comiencen los racionamientos de combustibles o que se semiparalice el país para preocuparnos por la movilidad?
¡Touché!