Débil, desarticulado y contradictorio resultó el mensaje del Presidente, el sábado
México termina la primera mitad de 2020 con una quincena para olvidar. Con la economía colapsada y la pandemia de coronavirus en su peor momento, sume las bofetadas que el crimen organizado le ha recetado al gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
El atentado contra Omar García Harfuch, Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana de la Ciudad de México, el asesinato del Juez Federal, Uriel Villegas, y su esposa, más la captura y liberación de la madre de José Antonio Yépez Ortiz, alias El Marro, son tres afrentas al gobierno y al Estado de Derecho que tanto defiende López Obrador.
Débil, desarticulado y contradictorio resultó el mensaje del Presidente, el sábado. No nos vamos a dejar intimidar. No vamos a declararle la guerra a Nadie. Hay una diferencia importante, nos somos cobardes, dijo. No entendí nada.
Si el Presidente tiene miedo, cualquier otro mexicano se siente en la indefensión y a merced de los delincuentes. Las mamás de los sicarios que intentaron matar a García Harfuch y de los asesinos del Juez Uriel Villegas le fallaron, Presidente. No escucharon sus llamados a portarse bien. Es decir, el crimen manda.
Si por trabajos de inteligencia se supo, al menos dos semanas antes, que Omar García Harfuch podía ser blanco de un atentado, ¿por qué no se le protegió mejor? De nada sirve que la inteligencia alerte si no se actúa. El ataque no debió haber ocurrido, así de simple.
¿Hubo negligencia o complicidad dentro del gobierno? ¿Cómo supieron los sicarios dónde dormiría García Harfuch justo ese día y qué ruta seguiría? En dos semanas no pudieron frustrar el atentado, pero en 15 horas detuvieron a una veintena de sospechosos, armas, vehículos, equipo táctico, de comunicación, dieron con los lugares donde se escondieron los sicarios. Supieron su origen, quién y cómo los contrató, cuánto dinero les ofrecieron y cómo ejecutaron el atentado. Sorprendente, ¿no?
BON APPÉTIT
Terminó el diferendo entre el Grupo Aeroportuario del Pacífico y el gobierno de Baja California que provocó, hace unos días, el cierre del aeropuerto de Tijuana por algunos minutos.
Logramos superar diferencias privilegiando el entendimiento. Nos da gusto que haya sido así, el diálogo fortalece la suma de voluntades para consolidar objetivos comunes, dice el GAP.
Agrega que es escrupuloso con el cumplimento de sus obligaciones, nuestra convicción es la responsabilidad social, el desarrollo y modernización de la infraestructura y la excelencia en el servicio al pasajero.
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Lo digo con absoluta convicción y conocimiento: la decisión de Margarita Zavala es producto de su enorme valentía y su gran amor a México. Mi admiración y agradecimiento para ti, Margarita.
Eso escribió en su cuenta de Twitter Eduardo Seldner Ávila, el 16 de mayo de 2018, cuando Margarita Zavala renunció a su candidatura independiente a la Presidencia de la República.
Era el estratega financiero de la campaña de Zavala. Junto con ella renunció al PAN. Pero la admiración y convicción le duraron poco. Meses después se sumó a la 4T como subdirector general administrativo de la Conagua.
Seldner Ávila estuvo involucrado y fue sancionado por el “Toallagate”, el escándalo por las toallas carísimas compradas en Los Pinos por Vicente Fox y Marta Sahagún. ¿Olvidaron la Austeridad Republicana?