La vida, la suerte o el infortunio -como quiera vérsele- le puso la gloria al alcance de la mano y parece que no se ha dado cuenta
Andrés Manuel López Obrador quiere pasar a la historia como el mejor Presidente de México. Es una aspiración legítima que no sé si logrará. Lo cierto es que la vida, la suerte o el infortunio -como quiera vérsele- le puso la gloria al alcance de la mano y parece que no se ha dado cuenta.
Tiene todo para ser el factor de unión frente a lo que viene, pero prefiere seguir siendo quien divide, quien polariza. Como Presidente de la República puede aglutinar los esfuerzos de empresarios, gobernadores, legisladores, partidos, banqueros, sindicatos, universidades, financieros, estudiantes, mujeres, padres de familia. Todos, absolutamente todos.
Pero, siempre hay un pero, para lograrlo tendría que sacrificar su estilo personal de gobernar. Tendría que escuchar, conciliar, consultar, mediar, exigir y ceder al margen de sus ideas, planes y proyectos. Impulsar un proyecto nacional que incluya a todos para rescatar al país de una crisis económica sin precedentes.
Hoy, las condiciones están dadas para lograr la unión como nunca antes en el país. Hoy, tenemos la misma preocupación, el mismo interés. Tenemos la consciencia de que debemos impedir que se hunda el barco donde vamos todos.
Sin embargo, López Obrador tiene la idea equivocada de que puede solo, que no necesita de nadie más. No está dispuesto a renunciar a sus proyectos personales, ni sus programas sociales. Su desconfianza a todo aquello que no se somete a su voluntad y su cosmovisión de buenos y malos; ricos y pobres; corruptos y puros le impiden ver la realidad.
Un ejemplo claro es su promesa de crear dos millones de empleos en este año, cuando la ola de despidos aún no termina. Esta es la oportunidad para que López Obrador rescate su gobierno y a su Cuarta Transformación.
Seamos claros, las cosas no le estaban saliendo bien. La economía ya venía mal; los resultados del combate a la inseguridad son malos; Pemex está al borde de la quiebra; la política energética es un retroceso; el combate a la pobreza fracasó; el turismo ya venía en picada; destruyó la confianza de los inversionistas; las calificadoras financieras nos castigan. Solo el renovado Tratado de Libre Comercio con Canada y Estados Unidos da cierta certidumbre.
La eterna desconfianza de López Obrador a todo lo que le es ajeno podría marcar su destino. El mundo se provocó esta crisis. Decidió parar la economía para salvarse de la pandemia. El manejo de ambas crisis, la de salud y la económica, marcarán para siempre a López Obrador y su 4T.
Si lo hace bien, la historia y el pueblo se lo reconocerán. Si no, vendrán crisis nuevas: la de seguridad, la educativa y, probablemente, la inconformidad social.
BON APPÉTIT
Éxito rotundo de Scholas México, la fundación del Papa Francisco, que dirige aquí Héctor Sulaimán. 120 jóvenes de todo el país dialogaron a distancia y propusieron cómo salir de la pandemia bajo dos conceptos dictados por el Papa: fe y esperanza. Enhorabuena.
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POR ALEJANDRO CACHO
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