
Hola Paisano
Con los niños ¡No! … cartas que castigan el exilio
Ciudad de México, 25 Julio 2025.- El sistema migratorio estadounidense ha cruzado una nueva línea roja: ahora lanza cartas de intimidación directa contra menores de edad, exigiéndoles abandonar el país “de inmediato”. Esas palabras, duras, frías, burocráticas, pero deliberadas, no provienen de un régimen autoritario ni de un Estado fallido. Son firmadas por el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) de los Estados Unidos, y han comenzado a sembrar terror en hogares migrantes de Illinois, Texas, Nueva York y Arizona.
En lo que debería ser un escándalo internacional de derechos humanos, el Gobierno de Joe Biden —que llegó prometiendo restaurar la dignidad migrante— parece hoy adoptar las herramientas del miedo que tanto criticó en su predecesor. Las cartas no son notificaciones formales de deportación, pero se presentan como tales.
Hablan de juicio penal, sanciones civiles y posibles multas. ¿A quién están dirigidas? A niños. A niñas de 13, 14 o 16 años que llegaron huyendo de violencia, pobreza o abandono, y que hoy reciben misivas que parecen redactadas por el brazo legal de un verdugo.
Lo dijo con claridad la pastora y activista Julie Contreras desde su iglesia en Waukegan, Illinois: “Nunca había leído un texto tan violento del gobierno federal contra un niño”. Ella ha identificado al menos 12 menores que recibieron esas cartas. En una de ellas, el primer renglón no deja lugar a dudas: “Es hora de que salgas de Estados Unidos”. No hay lenguaje compasivo, ni contexto jurídico. Solo el dictado del poder sobre cuerpos vulnerables.
El DHS, por supuesto, se defiende. Dice que no hay una política de persecución a menores, que todo se debe a “errores administrativos”. Pero cuando 12 cartas tienen el mismo tono y mensaje, no es un error: es un patrón. Y cuando esas cartas llegan acompañadas de amenazas, de propuestas a madres para irse “voluntariamente” con sus hijos ciudadanos o dejarlos atrás, estamos hablando de una estrategia de coerción encubierta en el lenguaje legal.
Lo más grave: muchas de estas niñas y niños nunca han tenido audiencia migratoria, ni acceso a defensa legal, ni posibilidad real de presentar su caso. El sistema quiere forzarlos a salir antes de que aprendan que tienen derechos. En otras palabras: prefieren el miedo a la justicia.
Esta ofensiva no ocurre en el vacío. Coincide con la apertura de centros de detención masiva como el tristemente apodado “Alligator Alcatraz” en Florida, donde ya hay detenidos 14 mexicanos, entre ellos turistas con visa vigente. El modelo republicano de criminalización migrante no solo se ha perfeccionado, sino que se exporta y se normaliza bajo discursos de “orden y legalidad”. En los hechos, es una persecución sistemática.
El caso de Xally Morales, niña mexicana de 13 años que llegó huyendo del abuso sexual de su padrastro y terminó escondida en una iglesia en Chicago, nos revela el abismo moral de este sistema. Celebró su cumpleaños en silencio, con miedo, sin amigos ni pastel, por temor a ser arrestada. ¿Ese es el país que presume defender la infancia? ¿Esa es la democracia que se dice ejemplo global?
En la frontera moral de este siglo, Estados Unidos se está equivocando de nuevo. Está convirtiendo la ley en una herramienta de dolor, y a los niños migrantes en enemigos a los que hay que expulsar. Mientras tanto, activistas, iglesias y defensores hacen el trabajo que el Estado se niega a hacer: proteger, acompañar, resistir.
Es momento de nombrar las cosas como son: estas cartas no son documentos legales. Son instrumentos de miedo. Son armas de papel dirigidas contra la niñez migrante. Y cada carta enviada no es solo una política: es una herida.
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