
Rubén Moreira exige comparecencias por baja ocupación en el Tren Maya: “una obra que no se sostiene”
El diputado federal Rubén Moreira Valdez volvió a señalar las graves deficiencias operativas del Tren Maya, tras realizar dos nuevos recorridos en temporada vacacional alta con vagones prácticamente vacíos. Ante lo que considera una ocupación “del 5 al 7 por ciento”, presentó un Punto de Acuerdo en la Comisión Permanente para exigir transparencia en torno a su funcionamiento y sostenibilidad financiera.
Moreira propone llamar a comparecer al General Óscar David Lozano Águila, director general del Tren Maya, y al Secretario de Turismo, con el fin de que informen públicamente sobre la situación operativa, financiera y turística del proyecto. La solicitud incluye un formato abierto, técnico y transparente ante la Tercera Comisión de Asuntos Económicos.
Durante su participación, Moreira reveló que por cada peso que se cobra en boletos del Tren Maya, se requiere un subsidio de 25 pesos, lo que representa una estructura financiera insostenible. En 2024, la obra generó apenas 275 millones de pesos por venta de boletos, mientras que sus gastos operativos ascendieron a 2 mil 837 millones de pesos. Además, recibió más de 26 mil millones de pesos en subsidios, siendo el 99% de sus ingresos provenientes del erario público, según el legislador.
El también coordinador parlamentario del PRI denunció que el gobierno federal intenta presentar el Tren Maya como un proyecto sustentable y rentable, pero los datos reflejan una realidad distinta. De acuerdo con cifras oficiales, el costo de la obra pasó de una estimación inicial de entre 120 y 150 mil millones de pesos, a 544 mil millones de pesos, es decir, casi cuatro veces más.
Moreira también criticó el impacto ambiental del proyecto: se talaron aproximadamente 10 millones de árboles, y al menos 119 cenotes fueron afectados por la colocación de pilotes. Señaló que 87% del desmonte en 2023 no contaba con autorización de cambio de uso de suelo forestal.
Finalmente, advirtió que sin reglas claras, análisis técnicos independientes ni esquemas transparentes de gobernanza, el Tren Maya corre el riesgo de convertirse en “un monumento a la improvisación”.