
Hola Paisano
Migrar con Waze, la cartografía del miedo en la era Trump
Ciudad de México, 19 Agosto 2025.- En Estados Unidos, el miedo se volvió geolocalizable. Desde que Donald Trump endureció la política migratoria, las redadas del ICE dejaron de ser un rumor y se convirtieron en una amenaza cotidiana. Ante ello, miles de migrantes han desarrollado un sistema de resistencia digital: usar aplicaciones de navegación y mensajería para mapear al enemigo.
Lo que en Waze debería ser un aviso sobre un bache o un accidente, hoy funciona como código clandestino: “camino helado” significa que hay agentes migratorios en la zona. En pleno verano, las calles “frías” no aluden al clima, sino al riesgo de una deportación. De pronto, la carretera se volvió metáfora de un país dividido entre quienes circulan con ciudadanía y quienes lo hacen con miedo.
Waze, WhatsApp, Facebook, Telegram, Signal, ICEBlock, Coquí o PeopleOverPapers no son solo herramientas tecnológicas: se han transformado en trincheras digitales. Migrantes indocumentados comparten en tiempo real la ubicación de los agentes del ICE, organizan alertas comunitarias y tejen una red de resistencia frente a la maquinaria de deportación. Es un ejercicio de autodefensa civil frente a un Estado que, en vez de proteger, persigue.
El ingenio de los migrantes, sin embargo, convive con la sofisticación del aparato represivo. Mientras las comunidades en WhatsApp se avisan con códigos, el ICE recurre al camuflaje: agentes que llegan en camionetas de mudanza, vehículos imposibles de sospechar en un estacionamiento de supermercado. La cacería se perfecciona con la lógica de la trampa, mientras los migrantes responden con la lógica de la solidaridad.
En esta batalla desigual, el megáfono en español se convierte en arma: vecinos que gritan “no firmen nada, no abran la puerta, tienen derecho a permanecer en silencio” son testigos de que la resistencia no solo se juega en el celular, sino en la voz comunitaria. En ocasiones, la sola presencia organizada ha bastado para que los agentes se retiren.
La cartografía del miedo revela algo más profundo: en Estados Unidos, la vida de millones depende de aplicaciones, códigos y alertas improvisadas, mientras el gobierno dedica recursos a disfrazar camionetas y desplegar agentes. No es la ley, sino el ingenio y la solidaridad lo que mantiene un frágil respiro de dignidad.
La pregunta es inevitable: ¿qué significa para la democracia estadounidense que su población migrante viva escondida en mapas clandestinos, navegando un país donde cada calle puede ser un punto de deportación?
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