Protección del jaguar en México: medidas para frenar el tráfico y conservar su hábitat

Protección del jaguar en México: medidas para frenar el tráfico y conservar su hábitat

Entre otras de las medidas clave para proteger al felino más grande de América destaca frenar el tráfico ilegal de pieles, cráneos, garras y colmillos. De acuerdo a investigaciones recientes sobre tráfico de vida silvestre, de la asociación Wildlife Conservation Society (WCS) Mesoamérica, México es el país que más vende partes de este animal en línea. Por eso ello, la Alianza Nacional para la Conservación del Jaguar propone elaborar un convenio entre el Gobierno federal y diversas plataformas de venta por internet, como Facebook, para detenerlo.
También debemos reducir el conflicto con jaguares que matan ganado”, apunta Peña. Como explica, el seguro ganadero, una herramienta que maneja la Secretaría de Agricultura, se trata de una política útil en la que, por el daño de ataques al ganado por cierta fauna silvestre, los ganaderos pueden cobrar un seguro. Sin embargo, matiza el comisionado, esta medida “requiere refinarse para atender más eficientemente los reportes de daño y pensar en pago por servicios de la biodiversidad a ejidos y comunidades protectoras del jaguar, que los dueños de terrenos puedan tener también incentivos para poder convivir con el jaguar”.

En algunos lugares del país, como en Sonora, gracias al programa Viviendo con Felinos, el cual brinda incentivos económicos a los ganaderos por cada jaguar vivo, algunos rancheros de la región han ido cambiando la percepción sobre este felino, y han pasado de matarlos a ser aliados en su protección, logrando mantener el ecosistema en equilibrio y el ganado a salvo de la depredación. Como recuerda Peña, después del Amazonas, México es el segundo lugar de América Latina con mayor número de jaguares: “Y debemos jugar un papel clave en su conservación”.

Además de constituir un animal emblemático, esta es una especie clave para evaluar la salud de los ecosistemas mexicanos, lo que se denomina una especie sombrilla. Una que requiere de grandes territorios para vivir y cuya conservación también protege indirectamente a muchas otras especies y a su hábitat. “Para que haya jaguares se requiere que haya presas, venados, pecaríes, tapires, se requiere que su hábitat esté en buenas condiciones. Si el ecosistema está degradado, deja de haber presas. Si deja de haber presas, deja de haber jaguar. Al protegerlo, protegemos la biodiversidad y los ecosistemas”, revela. El jaguar, concluye, “se adapta al desarrollo humano y a la transformación progresiva de las temporadas de lluvia a la seca. A lo único que no se adapta es a la transformación acelerada de su hábitat”.

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