
Libertad Bajo Palabra
Arranca el Tribunalito
Por Enrique Rodríguez Martínez
La etapa que comienza hoy en el Poder Judicial abre una etapa distinta, similar al oscurantismo medieval que se guiaba por la superstición, la proscripción de la libertad de criterio y el destierro del conocimiento.
La caída del Imperio Romano marcó el inicio del medievo que tuvo dos características emblemáticas: el feudalismo, un sistema que reconocía la relación entre los poderosos y sus vasallos e implicaba la supresión de la libertad de los dominados, en la que los señores feudales otorgaban protección y migajas a cambio de obediencia incondicional.
La segunda característica fue el desarrollo de las monarquías absolutas, en las que el poderoso en virtud de un derecho divino justificaba el poder ilimitado sobre sus súbditos a través del autoritarismo y cualquier mecanismo de control o amenaza.
A pesar de sus excesos, los romanos sentaron las bases de lo que fue un orden jurídico bien estructurado para resolver controversias de forma civilizada e inédita hasta ese momento. Se administró justicia a través de pretores que tenían la autoridad para resolver disputas legales y dictar sentencias, también había jueces que presidían tribunales como los Centunviros y los Decenviros para casos específicos. A través del derecho se establecieron bases de instituciones que prevalecen hasta nuestros días, todo un hito en la historia de la humanidad.
La llegada de la Edad Media arrasó con el conocimiento, impuso el dogma sobre la razón para generalizar las sombras de la ignorancia que prohibía la libertad de pensamiento, su expresión y ejercicio. En esa época proliferan la construcción de castillos y murallas infranqueables, un estilo de arquitectura defensiva ante los embates de los reinos más poderosos que buscaban dominar otras tierras a través de la fuerza bruta de sus mayorías.
El mundo experimentó el oscurantismo durante mil años, se prohibieron obras basadas en los clásicos griegos para evitar cuestionamientos hacia el dogma impuesto por la iglesia que advertía peligroso el ejercicio del libre albedrío para forjar criterio individual, desarrollar aspiraciones y evolucionar a través del conocimiento.
Hasta la caída de Constantinopla el mundo de esos años vivió en tinieblas, la proliferación de la ignorancia fue el instrumento perfecto para evitar cuestionamientos hacia los poderosos. Esos mil años llegaron a su fin con el regreso a la valoración de la instrucción basada en los clásicos de la filosofía y la ciencia. El poderío del dogma perdió impulso durante el renacimiento, un movimiento de auténtico cambio basado en el interés por la cultura griega y romana.
Floreció el humanismo que centró la narrativa en la dignidad y potencial de las personas bajo la guía de las grandes universidades y el cultivo de la razón. En ese contexto llegó la era de los grandes descubrimientos científicos que desafiaron el imperio de la ignorancia inducida. Las luces se abrieron camino en prácticamente todas las actividades de la civilización.
No hay penumbra que dure mil años, ni conciencias permanentemente sometidas, esa es la gran conclusión de este elemental recordatorio de
nuestro devenir universal, que sin duda abre y cierra ciclos tropezando con los mismos atavismos. En el campo de la impartición de justicia en México, este uno de septiembre inicia la era del oscurantismo, un retroceso que marca una época y da pie al medievo nacional en el primer cuarto del siglo XXI.
Arranca un tribunalito con fachada de Corte, impuesto por el dogma de quienes han destruido los cimientos de nuestra República, en la que una minoría compromete el derecho al ejercicio imparcial de los mecanismos de solución de controversias para imponernos una sólo estilo autoritario dominado por la ideología, sobre las ruinas de lo que fue un auténtico Tribunal Constitucional.
El signo con el que arranca el oscurantismo judicial el uno de septiembre de 2025 es el trato indigno para los juzgadores de carrera que construyeron sus trayectorias con los méritos del escalafón durante 3 décadas y se mantuvieron congruentes. Años en los que se rompió la hegemonía controladora del Ejecutivo, que vuelve por sus fueros.
Desmantelado, agredido y hasta humillado el aparato de impartición de justicia edificado desde 1995 ha vuelto a la penumbra que vivió durante el presidencialismo del priismo más autoritario. Con inciensos y rituales festejarán el retorno del estilo medieval marcado por el atropello. Llegan incondicionales para cuestionar hasta lo que ya tenía calidad de cosa juzgada, ya lo veremos para desgracia de los justiciables.
Muestra del dogma político, son los avisos de baja en los expedientes de algunos magistrados de circuito donde puede leerse que el motivo es, y así dice “por mandato constitucional”. Las ponencias de quienes se fueron, ven llegar grupos de fieles que obedecerán decisiones tomadas en oficinas ajenas donde se dictarán sentencias por consigna.
Funcionarios advenedizos se disfrazan con atuendos originarios para ponerse a tono con la escenografía del momento, en el tribunalito que queda en Pino Suárez 2 despachará como Oficial Mayor Roberto Moreno Herrera, obligado a renunciar como Secretario Ejecutivo del Sistema Nacional Anticorrupción, acusado de lo mismo que se le pidió combatir.
En sesiones previas a la protesta formal al cargo se han repartido posiciones y en el caso del Tribunal de Disciplina, su nueva titular Celia Maya ha tomado su primer acuerdo para disponer por completo de los pisos 13 y 14 del edificio sede que albergó al desaparecido Consejo de la Judicatura Federal para operar la nueva inquisición con mucha amplitud y comodidad.
En la definición del Órgano de Administración Judicial que ejercerá el millonario presupuesto a nivel nacional y dará adscripción a los juzgadores del bienestar se advierte la llegada de Néstor Vargas, cuestionado ex consejero jurídico de Claudia Sheinbaum en la Ciudad de México, en la posición que corresponde al Ejecutivo. En las que le tocan al Poder Judicial y al Senado se perfila una incondicional de Arturo Zaldívar, Lorena Josefina Pérez Romo que intentó fallidamente ponerse una toga por demás devaluada.
Estaría acompañada de José Alberto Gallegos Ramírez, ex funcionario del INPI, de Berenice Romero que fue una gris magistrada del Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa y ex encargada del despacho en la PROFECO de Ricardo Sheffield señalado por sus presuntos nexos con las mafias del huachicoleo en su natal Guanajuato y de Greysi Muñoz, otra desconocida que ignora por completo las funciones que asumiría y la naturaleza de los terrenos que pisa.
El medievo judicial se asoma, que las luces del renacimiento no dilaten mil años en darnos esperanza para abrir un nuevo ciclo.
EDICTOS
Para estar en sintonía con el estilo de Hugo Aguilar Ortiz se sabe que Mardonio Carballo, periodista y poeta de reconocida trayectoria asumiría la dirección del canal de televisión de la Corte. Mardonio es un hombre honesto que llega en circunstancias adversas a este medio abandonado a su suerte desde hace varias administraciones. Espero que no tenga que ser él quien reciba la instrucción de aminorar los ejercicios de transparencia que ha desarrollado la televisora durante casi 20 años. Desde la época de Luis María Aguilar Morales un grupo nocivo de trabajadores dedicados a la grilla y a sostenerse en la nómina saboteando al proyecto, encabezados por Martha Rodríguez, Mario López, Juan Carlos González, Leopoldo Lamadrid, Iván Aguilar, Jorge Ayala y Citlalli Pérez, entre otros, ha impedido la evolución de la televisora que deja Ernesto Velázquez, que hizo hasta lo imposible por prolongar su cargo con la administración que llega. Es adecuado juzgar a los directores por sus logros concretos y en el caso del que termina son lastimosamente paupérrimos. Ojalá que en el medievo judicial, Mardonio sea un atisbo de excepción.