PERCEPCIÓN PERSONAL “Nos venden chocolates y espejos”

PERCEPCIÓN PERSONAL “Nos venden chocolates y espejos”


Por Pedro Díaz G.

La presidenta Claudia Sheinbaum ha iniciado su sexenio bajo una tormenta política, institucional y moral que no solo expone la fragilidad del Estado mexicano, sino que revela con crudeza la continuidad de un régimen más interesado en proteger intereses personales y políticos que en gobernar con responsabilidad y visión de Estado.
La defensa pública que ha hecho de los chocolates “Rocío” —producto del negocio familiar de López Obrador—, incluso cuando se comercializan bajo el disfraz de los “chocolates del bienestar”, con tres sellos de advertencia sanitaria y destinados a ser distribuidos en escuelas, es un acto que raya en la inmoralidad política: un guiño evidente al viejo patrón, una manera de garantizar impunidad a cambio de lealtad.
Que la máxima mandataria del país use su investidura para justificar la venta de un producto con exceso de azúcar bajo el argumento ridículo de que “es poquita”, mientras el país arde en múltiples frentes, es una muestra del extravío ético del poder presidencial.
La situación es alarmante: una guerra interna entre cárteles y fuerzas armadas ha desatado una violencia de proporciones bélicas; los hospitales públicos, vacíos de médicos, insumos y medicamentos, revelan el desmantelamiento del sistema de salud; la inflación golpea con brutalidad a los más pobres mientras la economía informal se convierte en la única red de supervivencia; cientos de personas continúan desapareciendo y siendo halladas en fosas clandestinas o campos de exterminio, sin que haya una estrategia real para combatir la impunidad.
A esto se suman los asesinatos de madres buscadoras —el crimen más simbólicamente atroz, porque mata no solo la vida, sino la memoria—, la fuga de empresas automotrices que ya no ven en México un país confiable para invertir, el fracaso de megaproyectos como el Tren Maya y Dos Bocas, que devoraron presupuestos multimillonarios para entregar resultados mediocres o ruinosos, y la absoluta inoperancia del AIFA, un elefante blanco que no logra despegar ni simbólicamente.
Mientras tanto, el país se hunde en una economía paralela de huachicol, controlada por redes criminales presumiblemente protegidas por líderes de Morena, y Washington impone condiciones a México como si se tratara de una colonia económica, aprovechando la debilidad negociadora de un gobierno distraído por sus propias ficciones ideológicas.
La presidenta, si aspira a algo más que ser la sombra obediente de su antecesor, debe romper con este modelo de sumisión y corrupción. De lo contrario, su mandato será apenas un epílogo gris del obradorismo, una prolongación de sus errores y un fracaso anunciado para la nación.

15 thoughts on “PERCEPCIÓN PERSONAL “Nos venden chocolates y espejos”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *