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Lectura: Miscelánea, salud y política
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Miscelánea, salud y política

Judith Alamo
Última actualización: 25 octubre, 2025 10:54 am
Judith Alamo
Publicado: 25 octubre, 2025
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Japón, una nación tradicional (4)

Por Judith Álamo

Día 8. Visita a Nara y Kobe. En la noche traslado aéreo Osaka- Beijing, China
El último día de nuestra estancia en Japón, ya con maletas en autobús, nos trasladamos de Osaka a Nara, 32 kilómetros de distancia que recorrimos en media hora.

Visitamos el templo budista Todai-ji, de gran importancia histórica. Al entrar por la imponente puerta Nandaimon se aprecia la estatua del Gran Buda de Nara, Daibutsu, gigantesca escultura de bronce que domina la sala principal del templo.
El Tōdai-ji fue fundado en 752 por el emperador Shōmu para servir como el principal templo budista del país. A lo largo de su historia, ha sido destruido por incendios y reconstruido reduciendo su tamaño original, pero nada ha disminuido la importancia del templo consagrado al Gran Buda de Nara.

Este Buda colosal figura en la cosmogonía central del budismo Mahayana y Vajrayana, es un “Buda Primordial” y la encarnación de la sabiduría universal, asociado con el sol. Tōdai-ji fue un centro cultural y educativo durante el periodo Nara (710-794 d.C.), en él se formaron monjes y pobladores rurales estudiaron ingeniería y medicina.

El parque exterior de Nara es famoso por los ciervos sika que deambulan libremente en lo que es su hogar, ellos son considerados los mensajeros de los dioses sintoístas. En la zona se venden galletitas de maíz para alimentarlos y tomarse la foto del recuerdo.

Sobre cómo evitar sus mordiscos no hay consejos, baste decir que las mordidas son suaves, de rumiantes mansos acostumbrados a llamar la atención del turista con fines alimenticios.

Para concluir nuestra visita a Japón nos trasladamos a Kobe, importante centro económico y ciudad capital de la prefectura de Hyogo. De Nara a Kobe viajamos 45 minutos en autobús, tiempo en el que recorrimos 69 kilómetros de distancia.

Llegamos directamente al centro comercial Kobe Harborland Umie, donde el programa fue: “tiempo libre”, el preferido del guía turco. Así que, en las últimas dos horas, cada quien hizo lo que le apremiaba: compras pendientes de souvenirs o comer. En este lugar se podía degustar la famosísima carne Kobe, manjar de dioses a un costo de “un dólar el gramo”.

Esta carne es reconocida mundialmente por ser tierna, marmoleada, debido a que se produce bajo estrictos estándares de calidad, proviene de un ganado vacuno de color negro, de la raza Tajima, criado con afectuoso esmero en la prefectura de Hyogo.

Confieso que no la probé, pero quienes la degustaron aseguraron que es realmente deliciosa, se deshace en la boca como mantequilla. Aunque nadie exhibió el certificado de calidad que, aseguran, debe entregarse al comensal.
Próxima la puesta del sol iniciamos el recorrido de Kobe al aeropuerto de Osaka. Cruzamos por carretera la región de Kansai, con la estupenda vista del mar y las montañas Rokko.

A la vista cientos, miles de coloridos contenedores y modernas embarcaciones nos refieren la importancia de ambos puertos comerciales internacionales, primero Kobe, luego el de Osaka. Ya en el ocaso, hay que reconocer que hemos visto parte del lado luminoso de la “Tierra del sol naciente”.

Cansados pero satisfechos, finalizamos nuestra visita a Japón. Por la noche realizamos un viaje aéreo a la nación cuyo pasado imperial la hizo llamarse “el centro del mundo”, China.

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ETIQUETADO:JapónJudith ÁlamoKobeTodai ji
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