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Lectura: IA en geopolítica: guerras de datos y control de narrativas
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COLUMNAS

IA en geopolítica: guerras de datos y control de narrativas

Ricardo Monreal Ávila
Última actualización: 6 noviembre, 2025 9:38 am
Ricardo Monreal Ávila
Publicado: 6 noviembre, 2025
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En la era digital, el poder ya no se mide solo por la cantidad de misiles o reservas petroleras, sino por la capacidad de controlar los datos, procesarlos y convertirlos en influencia.

La inteligencia artificial (IA) se ha convertido en el nuevo instrumento de la geopolítica, un campo donde las potencias no solo compiten por territorios o recursos naturales, sino por el dominio de las narrativas, la información y la percepción global.

Hoy, los algoritmos son los nuevos soldados invisibles de las guerras modernas. No disparan, pero deciden qué vemos, qué creemos y, en última instancia, cómo actuamos. La IA, alimentada por el big data y dirigida por intereses estratégicos, puede moldear la opinión pública, desestabilizar Gobiernos o reforzar regímenes. Su campo de batalla no son los frentes militares, sino las redes sociales, los medios digitales y las plataformas de comunicación masiva.

El caso de Estados Unidos y Venezuela ilustra este nuevo tipo de confrontación. Desde hace más de una década, Washington ha ejercido presión política y económica sobre Caracas, pero en los últimos años la pugna se trasladó a la esfera digital. La narrativa sobre el Gobierno venezolano, su legitimidad y sus crisis internas se libra tanto en los medios tradicionales como en los entornos digitales, donde la IA juega un papel cada vez más decisivo.

De un lado, las herramientas de análisis de datos y monitoreo de redes permiten a las agencias estadounidenses medir el impacto de las sanciones, identificar tendencias sociales y anticipar posibles estallidos de descontento. Plataformas de inteligencia artificial analizan millones de mensajes en tiempo real para detectar patrones de desinformación o movimientos coordinados. De otro lado, el Gobierno venezolano, con apoyo de asesores tecnológicos extranjeros, ha desarrollado sus propias estrategias digitales para controlar la información interna, contrarrestar campañas internacionales y proyectar una imagen de estabilidad.

Ambos bandos entienden que el relato importa tanto como la realidad. En un mundo donde la información circula más rápido que los hechos, ganar la guerra de narrativas equivale a ganar legitimidad. Así, la IA se convierte en una herramienta de propaganda sofisticada: genera contenido, manipula tendencias y amplifica mensajes diseñados para influir en públicos específicos.

Pero este enfrentamiento trasciende el caso venezolano. Estados Unidos busca mantener su liderazgo tecnológico y su influencia sobre los flujos globales de datos, mientras China y Rusia consolidan sus propios ecosistemas digitales independientes, ofreciendo asistencia tecnológica a Gobiernos aliados —entre ellos, Venezuela— que buscan escapar de la dependencia occidental. Esto crea un tablero geopolítico fracturado, donde el control de los algoritmos equivale al control del discurso global.

Las “guerras de datos” son, en el fondo, luchas por soberanía. Quien domina la IA no solo predice el comportamiento de sus adversarios, sino que puede modelar el de su propia población. En este sentido, la inteligencia artificial se convierte en un arma de doble filo: potencia la seguridad nacional, pero también amenaza las libertades individuales. En regímenes autoritarios, se usa para vigilar y silenciar; en democracias, para influir y persuadir.

El conflicto digital entre Estados Unidos y Venezuela muestra cómo la política internacional se transformó en una batalla por la atención y la narrativa. Ya no se trata únicamente de sanciones o embargos, sino de hashtags, bots y algoritmos. Las plataformas tecnológicas —desde X hasta TikTok— se convirtieron en arenas de disputa donde se define quién controla el relato sobre democracia, derechos humanos o soberanía.

La pregunta que queda es si el mundo podrá establecer límites éticos en esta nueva era. Porque, así como el petróleo definió el siglo XX, los datos y la inteligencia artificial definirán el XXI. Y en esa carrera, quienes no dominen la tecnología corren el riesgo de ser dominados por ella.

La geopolítica de hoy ya no se escribe en mapas, sino en códigos. Y quien controle el código, controlará el poder.

ricardomonreala@yahoo.com.mx

X: @RicardoMonrealA

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