Si naciste entre 1995 y 2012, probablemente ya sabes que este 15 de noviembre habrá una marcha. Y antes de cualquier discusión política, hay algo que desde Morena nunca ha estado en duda: toda protesta es legítima. El derecho a manifestarse es un pilar de una democracia viva y debe respetarse siempre.
Lo digo también desde lo personal: a mi generación le tocó vivir la represión en las calles durante el peñanietismo y la indignación de Ayotzinapa. Sabemos lo que significa protestar desde la dignidad, no desde la simulación. Por eso cualquier expresión ciudadana merece respeto. Pero respetar no significa dejar de ver lo que está ocurriendo.
Hoy hay información sólida -pública y verificable- que obliga a encender alertas. La cuenta que convoca la marcha bajo el nombre “Generación Z” poco tiene de juvenil, espontánea o apartidista. Su huella digital muestra otra realidad: nació en 2024 promoviendo a Corina Machado, referente de la ultraderecha venezolana, y a consultores vinculados a campañas de derecha en toda la región. Decían ser apartidistas, pero en su biografía enlazaban la iniciativa de Claudio X., “Salvemos la democracia”.
La cuenta quedó inactiva un año y revive, casi quirúrgicamente, en octubre de 2025, justo cuando arranca la campaña de difusión de la marcha. Ese mismo día, Carlos Bello -influencer favorito de la derecha- aparece en la Cámara de Diputados diciendo que él organiza la movilización. Muy espontáneo, ciertamente.
Y luego vienen los datos:
• 179 cuentas creadas o reactivadas simultáneamente repitiendo los mismos mensajes.
• En Facebook, 28 administradores de las páginas que impulsan la marcha operan desde España, Bolivia y Estados Unidos.
• Entre el 16 y 27 de octubre circularon imágenes generadas con IA del Palacio Nacional incendiado para fomentar miedo.
• El caso de Carlos Manzo fue politizado en minutos, como si ya existiera un guion previo.
Nada de esto se parece a un grupo de jóvenes organizándose por convicción. Y si vemos quiénes están empujando realmente la convocatoria, el rompecabezas se completa: Fox, Claudio X., Sociedad Civil México, operadores del PRIAN, consultores de OnePeace, influencers de derecha y ultraderecha internacional como Negre, Cerimedo y Antonetti. Redes que llevan años intentando desestabilizar gobiernos progresistas en América Latina.
A esto se suman comunidades de Facebook y TikTok compradas: páginas que antes subían memes o frases motivacionales y ahora operan propaganda política. Y el dato más escandaloso: según Milenio, más de ocho millones de bots y 9.5 millones de cuentas automatizadas amplifican artificialmente la marcha.
Tan poco se creen su propia narrativa que el 1 de noviembre Iván Mero, presentado como uno de los organizadores, terminó deslindandose. Ni ellos mismos se sostienen.
Por eso hay que decirlo con claridad y respeto:
La protesta es legítima. Lo que no es legítimo es usar a la juventud como fachada de una operación política financiada por los mismos de siempre.
Como dijo la Presidenta con precisión quirúrgica: “El asunto es quién está promoviendo la manifestación”.
Somos una generación -y un país- crítico, informado y despierto. No nos van a usar como máscara para intereses ajenos.
Y cuando ves que se han invertido alrededor de 90 millones de pesos para inflar esta convocatoria, hay una pregunta que cualquier ciudadano tendría que hacerse:
¿A quién sirve realmente esta marcha?

