Un asunto trascendental es la elección de cuatro nuevos consejeros electorales
Alejandro Cacho febrero 6, 2020
El Instituto Nacional Electoral podría vivir sus últimos días de autonomía. Eso sería una tragedia democrática y cívica, un retroceso imperdonable. Nuestro INE es ejemplo mundial de transparencia, autonomía y eficiencia. Todo eso podría acabar en la 4T.
En la agenda del segundo periodo ordinario que comenzó la Cámara de Diputados, uno de los asuntos trascendentales es la elección de cuatro nuevos consejeros electorales. Y bajo la constante en la elección de los integrantes de órganos que eran autónomos en este gobierno, incluyendo la sucia imposición de la presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, los augurios no son buenos.
Recordemos que Morena y sus aliados tienen una mayoría aplastante en la Cámara de Diputados, donde pueden hacer prácticamente todo lo que les dé la gana. El proceso para nombrar a los nuevos consejeros del INE será complicado y requerirá de gran operación política. Comencemos por el principio.
La Junta de Coordinación Política será la responsable de todo el proceso por mandato constitucional. Se auxiliará de un Comité Técnico de Evaluación(CTE) que definirá la metodología para evaluar que los candidatos cumplan con los requisitos de ley. Ese método deberá ser aprobado por la Jucopo.
El Comité Técnico de Evaluación tendrá siete integrantes, ahí comienza lo bueno. Tres serán nombrados por la Jucopo, dos por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y dos por el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, INAI. Por lo pronto, hay quienes aseguran que los dos integrantes nombrados por la CNDH traerán la consigna de que los próximos consejeros electorales estén alineados a la 4T.
A finales de marzo, la Jucopo deberá recibir cinco aspirantes por cada posición vacante, es decir, 20 nombres. Serán elegidos los “mejor evaluados”. Los “mejor evaluados”, ¿según quién? La Junta de Coordinación Política contará con 8 días para nombrar a los próximos consejeros.
El riesgo es que el equilibro se rompa hacia el interior del INE y que la mayoría de los consejeros obedezca los designios del Presidente y su partido. Eso significaría un retroceso de casi medio siglo. Justo así ocurría en la década de los 70 y 80 cuando las elecciones las organizaba y controlaba el gobierno y las consecuencias las conocemos todos.
Paradójicamente, la 4T desprecia al INE que organizó, realizó y calificó una elección ejemplar que llevó a Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República. Sin duda, siempre hay cosas qué mejorar. En ningún país del mundo se realizan elecciones perfectas, inmaculadas. Lo que debemos preguntarnos todos: ¿es necesario destruir lo que funciona bien para construir de cero algo que no sabemos cómo resultará y echar a la basura el avance democrático logrado en décadas?
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POR ALEJANDRO CACHO
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