Varios gobiernos estatales, incluido el de la Ciudad de México, se anticiparon y ordenaron las primeras acciones
Alejandro Cacho marzo 31, 2020
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador vive su momento más crítico. La crisis de salud y económica, producto del coronavirus, medirá la verdadera talla de la 4T.
Hasta ahora, el comportamiento del gobierno federal ha sido errático, frívolo, irresponsable y contradictorio, por decir lo menos. Durante varias semanas minimizó y trivializó la pandemia. El golpe de timón ocurrió el fin de semana, cuando cambió radicalmente el discurso de la 4T frente al coronavirus.
No se han dado cuenta que una comunicación constante y efectiva es clave para enfrentar la crisis. Todo el peso está sobre el doctor Hugo López-Gatell Ramírez, un infectólogo de larga carrera burocrática, quien ha confundido su papel técnico con el de fan del Presidente. Su sumisión ante López Obrador ha sido penosa y pública. Perdió de vista que su obligación profesional es hacerle ver la gravedad del momento, las proyecciones de la epidemia, los escenarios, y con toda esa información, recomendar acciones para salvaguardar la salud pública.
Supongo que fue un desafío para López-Gatell encontrar la manera de lograr que el Presidente tomara en serio el problema. Pero López Obrador prefería seguir minimizándolo. Mientras el subsecretario alertaba a la curva de contagios, AMLO empuñaba al Detente como defensa divina para toda amenaza.
Varios gobiernos estatales, incluido el de la Ciudad de México, se anticiparon y ordenaron las primeras acciones: suspensión de clases, prohibición de eventos masivos y cierre de algunas oficinas públicas. Al mismo tiempo, López Obrador siguió con sus giras de fin de semana, actos públicos, saludos, abrazos, besos y llamando a la gente a salir y llevar a la familia a comer.
El pasado sábado 28 de marzo fue el punto de inflexión. Por primera vez, el Presidente habló de quedarse en casa para evitar contagios. López-Gatell colgó el teléfono cuando comenzaba una entrevista incómoda. Prometió que en la conferencia de prensa de esa tarde explicaría el extraño aumento en las defunciones por neumonía atípica y no se presentó. Además, se duplicaron las muertes por COVID-19 en 24 horas. Todo el mismo día y a partir de eso, el discurso se tornó de emergencia.
Aún así, López Obrador siguió ausente. Hasta el momento de escribir esta columna, seguía sin ponerse al frente del gobierno para atender la pandemia y la crisis económica como lo hacen los demás jefes de Estado del mundo. No hay un solo país afectado por el coronavirus donde su presidente o primer ministro no haya tomado las riendas del asunto y encabezado los esfuerzos para combatirlo. Solo México.
Ni siquiera las críticas y burlas a nivel internacional por la manera en que el gobierno mexicano y su presidente actúan frente a la pandemia lograron sacudir a López Obrador para darse cuenta de que no estaba dando la importancia debida. Ya nada de eso importa en este momento. Señores de la 4T, dense cuenta de lo que estamos por enfrentar y cumplan con su responsabilidad histórica.
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POR ALEJANDRO CACHO
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