A un año del estallido de violencia en Sinaloa, la paz sigue sin llegar

A un año del estallido de violencia en Sinaloa, la paz sigue sin llegar

Culiacán, Sinaloa.– Se cumple un año de la jornada más sangrienta y dolorosa en la historia reciente del estado. El 9 de septiembre de 2024, la captura de Ismael “El Mayo” Zambada García detonó una guerra interna entre facciones del narcotráfico que, lejos de detenerse, se ha extendido a lo largo y ancho de Sinaloa.

Los enfrentamientos entre “los Chapitos” y “la Mayiza” comenzaron en Culiacán, Costa Rica, El Dorado y Elota, pero pronto alcanzaron al menos 20 municipios más, reviviendo los peores recuerdos de la época de la guerra entre el Cártel de los Beltrán Leyva y Joaquín “El Chapo” Guzmán. Desde entonces, la población ha vivido bajo una espiral de asesinatos, desapariciones, robos y un miedo que paraliza la vida cotidiana.

Escalada de violencia sin freno

De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, entre septiembre de 2024 y septiembre de 2025 se registraron mil 827 asesinatos en la entidad, lo que representa un incremento del 265 % respecto al año previo. Nueve de cada diez víctimas fueron ejecutadas con arma de fuego.

El drama también se refleja en las desapariciones: se calcula que mil 800 personas se encuentran no localizadas en el último año. Sin embargo, las autoridades reconocen la existencia de una cifra negra considerable, pues no todas las desapariciones se denuncian. La Comisión Estatal de Búsqueda mantiene activas más de mil 200 carpetas relacionadas con estos casos.

La violencia ha golpeado con fuerza a la economía y la vida diaria de los sinaloenses. Tan solo en Culiacán, mil 800 negocios cerraron sus puertas en los últimos 12 meses. En municipios como Navolato y Guasave, el temor a los grupos armados mantiene desiertas las carreteras. En varias comunidades, padres de familia optaron por no enviar a sus hijos a la escuela al inicio del ciclo escolar por miedo a quedar atrapados en medio de balaceras.

“La violencia no solo arrebata vidas, también nos robó la libertad de salir a la calle”, expresó una comerciante que cerró su negocio en el centro de Culiacán tras ser víctima de extorsión.

El gobernador Rubén Rocha Moya enfrenta fuertes críticas por lo que diversos sectores consideran una doble crisis: por un lado, señalamientos de supuestos vínculos con el narcotráfico; por el otro, la incapacidad para contener la ola de violencia y garantizar la paz a los sinaloenses.

A pesar de los esfuerzos anunciados por autoridades estatales y federales, la presencia de grupos armados es constante y la percepción ciudadana es de abandono e indefensión.

El hartazgo social se tradujo en movilizaciones. En Culiacán, decenas de miles de personas salieron a protestar para exigir un alto a la violencia, el regreso de sus desaparecidos y el fin del terror que les impide realizar actividades tan elementales como ir al trabajo o asistir a la escuela.

“Queremos vivir, no sobrevivir”, gritaban en las calles, en un clamor que sintetiza la desesperación colectiva.

A un año de la captura del “Mayo Zambada”, Sinaloa sigue atrapado en la violencia. Los homicidios no cesan, los desplazamientos forzados continúan y el miedo se ha instalado como parte de la vida diaria.

La paz, demandan los ciudadanos, sigue siendo una promesa lejana.

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