Actos De Poder “Participación Informada”

Actos De Poder “Participación Informada”

Por Fernando Coca

La participación ciudadana es el único antídoto contra el extravío político que algunos sectores de la sociedad padecen desde 2018. Mientras la clase dirigente busca pretextos y filias para justificar su pasividad, las urnas han demostrado una y otra vez que el poder real está en el voto.

Los fraudes de 1988 y 2006 nos arrebataron victorias legítimas; aun así, la participación derribó al PRI en 1997, desalojó a Los Pinos en 2000 y catapultó a MORENA en 2018. Cada sacudida nació de la misma razón e indignación: el robo de su voto, lo cual llevó a que los ciudadanos decidiesen marcar una boleta en lugar de cruzarse de brazos.

Quienes hoy llaman a la abstención frente a la elección del Poder Judicial olvidan esa historia. Renunciar al voto—alegando que “los jueces no deben elegirse”—es entregar el timón a los que no comparten su pensar. Si el Senado hubiera negociado con altura, quizá Zaldívar habría sido relevado por perfiles solventes como Bertha Alcalde o María Eréndira Cruz; en cambio, la ortodoxia partidista allanó el camino para Lenia Batres, al final nombrada por el presidente López Obrador. Esa torpeza de la “oposición” no se corrige con más vacío: se corrige con participación informada.

Es más, si la “oposición” hubiese sido un poco más inteligente tal vez ni Reforma Judicial (algunos la llaman Reforma Yunes), habría existido.

¿Argumentan que son demasiados candidatos y que casi nadie los conoce? Averígüenlo. La información es pública: la trayectoria de Ricardo Sodi en el Tribunal mexiquense o los expedientes de Alejandro Gómez, exfiscal general del EdoMex existen para quien quiera verlos. Ejercer el derecho a saber también es participación. Repetir “todos son iguales” sin leer un solo currículum es abdicar de la ciudadanía y legitimar que otros decidan por nosotros.

Se critica a Yasmín Esquivel, pero, ¿se revisaron sus sentencias en la Corte y sus determinaciones en lo que ha sido su trayectoria dentro y fuera del poder judicial? Pueden llevarse sorpresas si se informan.

¿Alguien se dedicó en estos días a revisar la actuación de Arístides Guerrero en el INFOCDMX?

La democracia en México avanza cuando la calle se mueve, no cuando tuitea. En 1988 se llenaron plazas; en 1997 se tocaron puertas para tumbar la mayoría priista; en 2000 se construyó la alternancia y en 2018 se produjo la ola que redefinió la vida política del país. Nada de eso habría ocurrido si hubiéramos obedecido a los arúspices de la indiferencia.

El 1 de junio hay que acudir a la casilla. Votar es apropiarse del destino común. La participación hace posible la crítica y la corrección de rumbo, si es que no se está de acuerdo cómo están gobernando o afianzar si se está convencido de que lo hacen bien. Rechazar la participación, es decir, no votar, es traicionar a quienes, desde 1988, ensancharon con esfuerzo el espacio público que hoy habitamos. Hay quienes dicen que lo estamos perdiendo, pues entonces hay que repetir la fórmula y participar.

Queremos jueces independientes, votemos y exijamos. Queremos políticos responsables, votemos y pidamos rendición de cuentas. Queremos un país que no sea rehén de intereses oscuros, participemos activamente.
Empecemos por lo elemental—usar la credencial para votar, marcar la papeleta y contar nuestra voz.

Sin participación, todo lo demás es fantasía.

Durango. En Durango capital se define el futuro de ese estado. Por un lado, está el candidato del PAN que se reelige en una ciudad que no obtuvo lo que le prometieron. Por el otro se encuentra José Ramón Enríquez, que ya demostró que, cuando estuvo, cumplió. La ecuación es sencilla, ir por el que no sabe cómo hacerlo o por el que sí cumple.

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