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Antilogía

Ricardo Monreal Ávila
Última actualización: 29 octubre, 2025 5:08 pm
Ricardo Monreal Ávila
Publicado: 19 agosto, 2025
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¿Con Occidente? No, con Putin.

Es muy curiosa la afinidad de los cofrades de doña 4T con Vladímir Putin.

El tipo es simplemente un dictador sanguinario, carece de todo rasgo progresista —estamos hablando, más bien, de un rústico conservador— y si su gran empresa fuere la restauración del imperio soviético (de ahí, tal vez las simpatías de los comunistas de armario, o no tanto, que militan en las filas de Morena) sería meramente la resurrección de un sistema totalitario (o, miren ustedes, a lo mejor eso mismo es lo que alimenta las adhesiones de los oficialistas de turno).

La interpretación izquierdosa de la realidad geopolítica lleva siempre a una condena del orden occidental liderado por los Estados Unidos, una suerte de trasnochado antiimperialismo que no le reconoce virtud alguna a una comunidad de naciones centrada, antes que nada, en la salvaguarda del equilibrio democrático.

Lo inaudito del ataque ruso a Ucrania es que se trata, a estas alturas, de una flagrante conquista territorial y no de otra cosa. Viene siendo, en este sentido, una guerra premoderna frente a la cual no se pueden contraponer las intervenciones bélicas, digamos, de los referidos Estados Unidos y sus aliados, así de catastróficos que hayan sido los resultados y de cuestionables los móviles —el pretexto de las “armas de destrucción masiva” alegado para invadir Irak, para mayores señas— porque nunca fue asunto de anexar una nación extranjera, con todo y que el petróleo haya parecido ser el botín codiciado.

Una de las presunciones más socorridas por los denunciantes del presunto hegemonismo colonialista de Occidente es que Rusia fue acorralada por las fuerzas de la OTAN y que no tuvo más remedio que responder a tan amenazadora provocación. Es, entre otras cosas, la postura que mantiene Jeffrey Sachs, un muy prestigiado economista afiliado, muy extrañamente, a la causa del conquistador ruso, sin que parezca llamarle la atención el hecho de que esa alianza militar no sea una fuerza ofensiva sino una organización para garantizar la defensa de sus países miembros.

En fin, la popularidad de Putin entre los adalides del régimen que nos gobierna se explica porque su querencia natural —el llamado de la tribu, por decirlo de alguna manera— no es la geografía norteamericana sino el trópico de los autócratas donde se coló, pues sí, un siberiano.

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