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Ricardo Monreal Ávila
Última actualización: 11 julio, 2025 8:06 am
Ricardo Monreal Ávila
Publicado: 11 julio, 2025
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La cultura: escudo contra drogas, delincuencia y adicción digital

En pleno siglo XXI, las infancias mexicanas enfrentan una encrucijada crítica. Como legislador, veo con preocupación la creciente adicción a teléfonos y tabletas —un fenómeno tan dañino como el consumo de sustancias— y, al mismo tiempo, reconozco en la cultura y la música herramientas poderosas para prevenir adicciones y la comisión de delitos.

El uso excesivo de pantallas en niñas y niños es alarmante: tras la pandemia, el 79.2 por ciento de las y los menores conectados muestran problemas cognitivos, trastornos del sueño e incluso tendencias suicidas. En Tijuana, el Hospital de Salud Mental ya atiende mensualmente a niños con conductas agresivas porque se les despojó de algún dispositivo. En Puebla se documenta que el uso sin límites de estos dispositivos causa irritabilidad y ansiedad temprana, y en Tehuacán se habla incluso de una “droga digital”: menores pasan hasta ocho horas diarias frente al celular, lo cual deriva en ansiedad y desplazamiento de la práctica artística.

Estos datos evidencian que la adicción digital no es menor que la adicción a las drogas: provoca aislamiento, déficit de atención, trastornos emocionales y deterioro del desarrollo social.

Desgraciadamente, todos los días encontramos más y más estudios sobre las terribles consecuencias del uso excesivo de aparatos electrónicos; universidades y centros de estudio documentan a diario comportamientos negativos en las infancias, asociados al uso excesivo de celulares y tabletas. Y no es estar en contra de esos dispositivos, sino a favor de que la tecnología nos sirva y resuelva problemáticas, no que nos condicione y provoque un deterioro cognitivo o emocional.

Frente a este reto, la cultura emerge como un antídoto poderoso. Enseñar a una niña o un niño a tocar un instrumento musical representa mucho más que educación artística: es una vía para disciplinar el esfuerzo, canalizar emociones, fortalecer la autoestima, desarrollar habilidades sociales y proyectar una identidad sólida.

En México contamos con programas como Semilleros Creativos (desde 2019), que atiende a 15 mil niñas, niños y jóvenes en 350 sedes, con talleres de música, danza, artes plásticas y audiovisuales, dirigidos a población vulnerable. En la Cámara de Diputados hemos estado impulsando de manera continua nuestros programas culturales, abriendo las puertas a orquestas, obras de teatro y programas culturales de manera totalmente gratuita para la sociedad.

Sin embargo, la cobertura sigue siendo desigual y limitada. La pandemia agudizó el uso sin control de dispositivos, el sedentarismo y el abandono de actividades culturales, facilitando la incursión de pandillas y redes de narcotráfico que reclutan menores.

El sedentarismo, si se acompaña de factores como la deserción escolar, la falta de supervisión adulta y el fácil acceso a un dispositivo celular o tableta, se magnifica y es muy complejo combatirlo. Las actividades culturales, como el aprendizaje de un instrumento musical, despiertan nuestros sentidos, incentivan nuestra imaginación y promueven sentimientos elevados. Por ello son un antídoto perfecto para esta problemática que nos corresponde resolver.

La música que resuena en las manos de un niño en Zapopan o de una niña en Mérida es una muralla contra el consumo de drogas, la delincuencia y el vacío digital. Cada nota es un acto de esperanza; cada ensayo, una conquista de valores, y cada concierto comunitario, una victoria contra la desesperanza. No deseamos difundir el miedo, sino articular un proyecto cuyo punto focal sean nuestras infancias y su derecho a una vida plena, sana y creativa.

Porque, al final, hablamos de mucho más que notas musicales; hablamos de construir ciudadanas y ciudadanos creativos, resilientes, empáticos. Hablamos de cortar cadenas de exclusión y brindar oportunidades brillantes. Hablamos de prevenir antes que castigar. La cultura es esperanza. La cultura es prevención. Y la cultura, cuando se enseña en la niñez, canta alto contra las adicciones y la delincuencia.

ricardomonreala@yahoo.com.mx

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