El Valle de México amaneció este martes 3 de junio entre el caos y la desesperación de miles de automovilistas y usuarios del transporte público, tras las intensas lluvias registradas la noche anterior. Las afectaciones se extendieron tanto en la Ciudad de México como en el Estado de México, con severas inundaciones en vialidades principales, pasos a desnivel y estaciones del Metro. La magnitud del fenómeno meteorológico no se veía desde 2017, lo que ha encendido alertas sobre la vulnerabilidad de la infraestructura urbana ante eventos climáticos extremos.

Entre las zonas más afectadas se encuentran la Calzada Ignacio Zaragoza, Viaducto Miguel Alemán, Anillo Periférico, Circuito Interior y Paseo de la Reforma. Decenas de vehículos quedaron varados en encharcamientos que superaron el metro de altura en algunos puntos. En Viaducto Miguel Alemán, cuerpos de emergencia realizaron rescates con cuerdas y lanchas, auxiliando a personas atrapadas en sus automóviles. La Línea A del Metro también sufrió interrupciones, obligando a cientos de usuarios a buscar rutas alternativas desde muy temprano.

La Secretaría de Gestión Integral del Agua (Segiagua) desplegó el “Operativo Tlaloque” con más de 150 técnicos y 50 unidades para atender 76 reportes de emergencia en al menos 13 alcaldías, siendo Iztapalapa la más afectada. El jefe de bomberos de la CDMX, Juan Manuel Pérez Cova, informó el rescate de personas y recuperación de una docena de vehículos en zonas anegadas. Las autoridades activaron el Protocolo Metropolitano y emitieron alerta roja en Coyoacán, Miguel Hidalgo e Iztapalapa debido a la caída de granizo.

Las lluvias intensas evidenciaron la falta de modernización en el sistema de drenaje del Valle de México. Expertos advierten que si los niveles de precipitación de 2017 siguen causando estragos en 2025, se requiere una inversión urgente en infraestructura pluvial. El impacto económico y social de estas afectaciones —desde el colapso vial hasta la interrupción del transporte público— resalta una crisis estructural que, de no atenderse, seguirá debilitando la resiliencia de la región ante el cambio climático.