
Cómo el gaslighting engaña al cerebro para que cuestione la realidad
El gaslighting, a menudo visto como una forma de manipulación, ha sido replanteado por investigadores de la Universidad McGill y la Universidad de Toronto, en Canadá, como un proceso de aprendizaje basado en cómo nuestro cerebro gestiona la predicción y la sorpresa. En lugar de explicarse simplemente mediante teorías psicodinámicas obsoletas, este nuevo modelo destaca cómo la confianza y las relaciones cercanas pueden ser explotadas por manipuladores que minan repetidamente la confianza de una persona en su propia realidad.
El gaslighting puede ocurrirle a cualquiera que confíe en la persona equivocada, dice un investigador de la Universidad McGill.
Willis Klein, candidato a doctorado en el Departamento de Psicología, formó parte de un equipo de McGill y la Universidad de Toronto que desarrolló un nuevo modelo teórico con el que comprender cómo los manipuladores son capaces de hacer que sus objetivos cuestionen su sentido de la realidad a lo largo del tiempo.
Klein es el autor principal de un artículo que sugiere que el gaslighting puede considerarse un proceso de aprendizaje, utilizando el concepto de minimización del error de predicción (MEP). El MEP describe cómo la mente mapea la información que recibe del mundo y, con base en esta información, se esfuerza por predecir el futuro, ajustar sus expectativas y responder al entorno.
Hasta ahora, el gaslighting se ha analizado principalmente desde una perspectiva psicodinámica, pero este marco analítico ya no se utiliza ampliamente en la psicología científica norteamericana. “Cuando confías o amas a alguien, esperas que se comporte de una manera particular. Los manipuladores, en nuestra opinión, se comportan de una manera atípica, algo sorprendente, y utilizan esa sorpresa para dirigir el aprendizaje de las personas a las que se dirigen”, explicó Klein.
Además de comportarse de una manera que viola sus expectativas, un gaslighter, según el investigador, sugerirá que la causa de su sorpresa tiene algo que ver con su comprensión general de la realidad, haciéndole sentir lo que él llama “epistémicamente incompetente”.
“Esto se repite una y otra vez hasta que el sujeto asimila realmente la idea de que no tiene una buena comprensión de la realidad”, explicó Klein.