Investigadores del University College de Londres analizaron datos de 9,436 personas de 40 años o más (con una edad promedio de 58 años) en 12 países, comparando los resultados de pruebas cognitivas entre personas que dejaron de fumar con los de un grupo de control equivalente que siguió fumando.
El equipo de investigación descubrió que las puntuaciones cognitivas de quienes dejaron de fumar disminuyeron significativamente menos que las de sus homólogos fumadores en los seis años posteriores. En cuanto a la fluidez verbal, la tasa de deterioro se redujo aproximadamente a la mitad, mientras que en el caso de la memoria se redujo un 20%.
Dado que un deterioro cognitivo más lento se relaciona con un menor riesgo de demencia, sus hallazgos se suman a la creciente evidencia que sugiere que dejar de fumar podría ser una estrategia preventiva para la enfermedad. Sin embargo, se necesita más investigación para confirmarlo.
En quienes dejaron de fumar, la tasa de deterioro fue aproximadamente un 20 % menor en la memoria y un 50 % menor en la fluidez verbal. En la práctica, esto significó que, con cada año de envejecimiento, quienes dejaron de fumar experimentaron entre tres y cuatro meses menos de deterioro de la memoria y seis meses menos de deterioro de la fluidez que quienes continuaron fumando.

