
Desde Tribuna
El contundente mensaje de los votos nulos
Por Marco Antonio Mendoza B
En una democracia, la legitimidad de un proceso electoral descansa sobre la participación y la transparencia. Sin embargo, cuando una cantidad significativa de votos resulta nula, surge una pregunta inquietante: ¿estamos frente a un ejercicio democrático verdadero o ante una farsa que socava los principios fundamentales del sistema?
En el caso de la elección judicial, salieron a votar poco menos de 13 millones de personas que equivalen a menos del 14% del padrón electoral. El candidato más votado, apenas rebasó los 6 millones de votos en una elección en la que fueron anuladas más de 22 millones de boletas.
Los votos nulos no son meros errores en el proceso de votación y, en este caso, representan un acto deliberado de protesta. Son la manera que tuvieron las personas de expresar la falta de confianza en el proceso que claramente se trató de una simulación ya que la conformación del próximo poder judicial quedará exactamente igual que en los acordeones circulados por Morena para coaccionar a la ciudadanía.
Si bien los votos nulos no se cuentan para determinar al ganador, su volumen tiene implicaciones graves. Cuando el porcentaje de votos nulos supera niveles que deberían ser excepcionales, el mensaje es claro: la ciudadanía no valida el proceso ni a quienes participaron en él. Ignorar este fenómeno sería no solo irresponsable, sino peligroso para la estabilidad de la democracia, sin embargo, a Morena no le importa la gente sino hacerse del control de los poderes públicos.
A esto se suma el hecho de que las elecciones judiciales estuvieron rodeadas de opacidad y cuando la transparencia de una elección está en entredicho, los votos nulos no solo representan una protesta contra las candidaturas, sino también contra el sistema que las respalda. Esto debilita las instituciones y pone en riesgo la credibilidad del Poder Judicial, cuya función debería ser la de salvaguardar los derechos y las libertades de todas las personas.
Ante esta situación, la nulidad de la elección judicial no solo parece lógica, sino también indispensable y absolutamente legal como lo ha señalado el presidente nacional del Partido Revolucionario Institucional, Alejandro Moreno Cárdenas.
Un proceso donde la proporción de votos nulos es tan elevada no puede considerarse legítimo ni representativo. Al anular la elección, se podría abrir un espacio para la reflexión y la reforma del sistema de selección de magistrados y jueces.
Es imperativo establecer mecanismos que garanticen elecciones transparentes, con candidaturas basadas en méritos y con una participación ciudadana significativa. Esto no solo fortalecería la democracia, sino que también restauraría la confianza en las instituciones judiciales, que son el pilar del estado de derecho.
La democracia no es un concepto estático, sino un proceso dinámico que requiere la participación activa y vigilante de la ciudadanía. Los votos nulos son una señal de alerta y un mensaje contundente del pueblo de México que indica que no permitirá este asalto en despoblado al Poder Judicial. Ignorar esta señal sería perpetuar un sistema roto y corrupto como el de Morena, lo que tendrá consecuencias irreparables para la sociedad, para el país y para la democracia.