
Desde Tribuna
Ley Fisgón, el comienzo de una dictadura
En México, más de 114 millones de personas utilizan redes sociales, 97 millones utilizan teléfonos celulares y alrededor de 78 millones utilizan WhatsApp para comunicarse y mantenerse informadas. Por su parte el 50% de la población adulta tiene una cuenta bancaria.
Imagine que el gobierno pueda tener acceso ilimitado a esta información sin necesidad de que un juez lo autorice. La simple idea nos parece inaudita porque la lógica nos llevaría a pensar que eso solo existe en las dictaduras y en los regímenes antidemocráticos en los que se mantiene un control de las libertades y derechos de la ciudadanía.
Lamentablemente esto será una realidad en nuestro país muy pronto, ya que Morena aprobó en los pasados días la llamada “Ley Fisgón”, que otorga al gobierno facultades para acceder a información personal sin necesidad de autorización judicial. Este cambio legislativo, presentado bajo la premisa de combatir el crimen organizado y velar por la seguridad nacional, no es otra cosa más que un mecanismo de control a la ciudadanía que ahora podrá ser observada y perseguida.
En unos días, Morena podrá acceder sin restricciones a datos como mensajes, llamadas, cuentas bancarias e historial médico de cualquier persona, por lo que herramientas digitales diseñadas para facilitar la vida de la gente, serán convertidas en armas de vigilancia masiva, destinadas a silenciar voces críticas y limitar libertades individuales.
La privacidad no es un lujo; es un pilar fundamental de cualquier sociedad democrática. Al permitir que el gobierno acceda a información personal sin contar con la supervisión de un juez, se abre la puerta a abusos de poder. ¿Qué garantías existen de que estos datos no serán utilizados para fines políticos, económicos o personales? ¿Quién asegura que las personas con acceso a esta información no caerán en prácticas corruptas o vendan estos datos al mejor postor?
Las consecuencias de una medida tan invasiva pueden ser devastadoras. Por ejemplo, la posibilidad de que datos médicos sensibles sean expuestos podría generar discriminación en los ámbitos laborales o sociales. Asimismo, el acceso sin control a mensajes y llamadas podría cerrar espacios de expresión y debate, inhibiendo la crítica legítima hacia el gobierno. En este contexto, la Ley Fisgón no solo representa un riesgo para la privacidad, sino para el ejercicio pleno de otros derechos fundamentales.
México no puede ignorar los precedentes internacionales que alertan sobre los peligros de una vigilancia sin restricciones. En países como China o Rusia, la falta de límites claros a las capacidades de supervisión del Estado ha transformado a las sociedades en escenarios de control absoluto, donde la disidencia se castiga y la libertad de expresión se reprime. Si México aspira a consolidarse como una democracia plena, no puede permitirse adoptar herramientas que minen sus propios principios fundacionales. Lamentablemente estamos ante el inicio de una era de opresión sistemática cuyo propósito es que Morena se perpetúe en el poder mediante el control de la ciudadanía.
La Ley Fisgón no es simplemente una reforma técnica; es un reflejo de las tensiones entre seguridad y libertad, entre vigilancia y privacidad. Al ignorar los riesgos y consecuencias de estas medidas, México se arriesga a dar un paso atrás en su camino hacia la consolidación democrática.
Es falso que esta reforma sea para combatir al crimen organizado con el que Morena ha hecho una evidente alianza, por ello, a pregunta no es si necesitamos herramientas para combatir al crimen organizado; la pregunta es si estamos dispuestos a sacrificar los valores y derechos que nos definen como sociedad para entregarlos a Morena que claramente no sólo no ha combatido al crimen sino que lo ha alentado.
En este momento crítico, es imperativo que el debate público sea informado y que la ciudadanía exija un equilibrio entre seguridad y respeto a los derechos humanos. Solo así podremos garantizar un futuro que honre los principios democráticos que tanto esfuerzo nos ha costado construir.