En su más reciente encuentro con la prensa, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a colocar a México en el centro del debate sobre seguridad fronteriza y narcotráfico.
Durante una conferencia celebrada en Washington, Trump expresó su frustración con el gobierno mexicano, al que acusó de no hacer lo suficiente para frenar a los cárteles de la droga. En un tono desafiante, afirmó que no descarta el uso de fuerza militar estadounidense para atacar directamente a estas organizaciones criminales dentro del territorio mexicano.
Estas declaraciones se suman a una larga historia de tensiones entre ambos países en torno al combate al narcotráfico. Desde su primer mandato, Trump ha sostenido una postura dura respecto a la seguridad fronteriza, promoviendo la construcción de un muro y endureciendo las políticas migratorias. Ahora, en su segunda vez al mando, parece dispuesto a ir más allá, insinuando una posible intervención armada.

“No estoy contento con México”
Durante la rueda de prensa, Trump fue tajante: “No estoy contento con México. No están haciendo lo suficiente para detener a los cárteles. Si tengo que usar la fuerza militar para proteger a los estadounidenses, lo haré”. Estas palabras encendieron las alarmas tanto en la comunidad internacional como en el propio México, donde funcionarios del gobierno han evitado responder directamente, aunque se espera una postura oficial en los próximos días.
El presidente estadounidense también mencionó que su administración está evaluando todas las opciones disponibles, incluyendo designar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas extranjeras, lo que abriría la puerta legal para operaciones militares más agresivas. Aunque no confirmó planes concretos, su retórica sugiere que la presión sobre México aumentará en los próximos meses.

Reacciones y posibles consecuencias
Las declaraciones de Trump han generado preocupación entre analistas y diplomáticos. Una intervención militar en México, sin el consentimiento del gobierno local, violaría el derecho internacional y podría desencadenar una crisis diplomática de gran escala. Además, expertos advierten que una acción de este tipo podría desestabilizar aún más regiones ya afectadas por la violencia del narcotráfico.
Por otro lado, sectores conservadores dentro de Estados Unidos han aplaudido la postura del presidente, considerándola una muestra de liderazgo firme frente a una amenaza que, según ellos, ha sido ignorada por administraciones anteriores.
En este contexto, la relación entre México y Estados Unidos enfrenta un nuevo punto de inflexión. Mientras Trump insiste en una estrategia de mano dura, el gobierno mexicano deberá decidir cómo responder sin escalar el conflicto, pero sin ceder ante presiones que podrían comprometer su soberanía.
DG

