El Ágora

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¿Realmente estamos más seguros?
Octavio Campos Ortiz

La narrativa oficial insiste en que en el país hay un mayor ambiente de seguridad ciudadana, que la nueva estrategia da resultados y prueba de ello es la drástica disminución de los homicidios dolosos -según el manejo de las estadísticas gubernamentales-, que hablan de una reducción de casi el 70 por ciento en las administraciones de la 4T.

Sin embargo, la terca realidad desmiente ese desbordado optimismo. Los informes sobre percepción de inseguridad indican que entre 6 y 7 de cada 10 mexicanos se sienten inseguros en sus localidades y el porcentaje es superior entre las mujeres.

Si bien es cierto que los asesinatos no llegan hoy a los escandalosos números del sexenio pasado, donde se registraron días con más de ochenta muertes violentas -falta conocer la numeralia del INEGI a fines de este año-, este régimen, en ocho meses, tiene en su haber 17 mil homicidios dolosos, con rangos que van de los 46 a 71 eventos cada 24 horas.

Es innegable que en 2025 se incrementó la violencia generada por el crimen organizado, no solo por las defunciones asociadas al narcotráfico, sino a la violencia política, las desapariciones, desplazamientos forzados, secuestros, extorsiones y cobro por derecho de piso. Ya no únicamente se trata de masacres o enfrentamientos entre grupos criminales contra las fuerzas del orden, sino al asesinato artero de personajes políticos o activistas sociales.

Este año habrá el remedo de elecciones del Poder Judicial y en algunas entidades también los comicios servirán para elegir a representantes populares como serán en Veracruz o Durango. Es evidente la intervención de la delincuencia organizada para garantizar togados y ediles afines a sus intereses. Ya han sido denunciados candidatos a jueces y magistrados con antecedentes penales o de connivencia con criminales que fueron palomeados por los “congresistas” de la 4T.

En algunos distritos, el miedo de impartidores de justicia posibilitó que haya candidatos únicos en las papeletas, donde ya no se desgastarán los sicarios. Pero en Veracruz, Oaxaca y Jalisco ocurrieron asesinatos de aspirantes en plena campaña, en lugares públicos, afuera de sus oficinas o levantados y encontrados muertos más tarde. Integralia documentó 104 incidentes de violencia en el primer trimestre de 2025, con un 81.7 por ciento de casos a nivel municipal.

Organizaciones internacionales nos ubican en el quinto lugar de violencia y el séptimo más letal para los civiles. El Índice Global de Paz nos tiene en la posición 138, uno abajo del año pasado. El Índice de Paz México 2025 -informe poco difundido por la prensa nacional-, revela que en una década han sido asesinados a 300 mil mexicanos, equivalente a la población de países como Guyana Francesa o Barbados o a los habitantes de Pachuca o Tampico. Para el organismo investigador, México es hoy más violento que en 2015.

La narrativa oficial se anclará en que hay menos homicidios dolosos que en administraciones pasadas, tendencia que según ellos se inició con el tabasqueño, lo cual es falso porque en el sexenio anterior hubo más de 204 mil asesinatos, cifra superior a los periodos de los presidentes Felipe Calderón y Enrique Peña. Cierto que este régimen ha cambiado la fatídica estrategia de “abrazos y nos balazos” por una política pública que comienza a combatir el crimen organizado, pero hasta dónde los resultados obtenidos son acciones producto de un programa integral de seguridad pública y nacional o es la respuesta a las exigencias de la Casa Blanca.

Hay que recordar que al inicio de este régimen se mantenía la táctica del continuismo y que solo cuando el presidente republicano cuestionó la connivencia de las autoridades con la delincuencia y declaró a los cárteles mexicanos como terroristas, comenzó el ataque a las mafias. En un principio se negó que México produjera y transportara droga sintética a la Unión Americano, que aquí no había laboratorios y de la noche a la mañana, las dependencias policiales y militares informaron de la destrucción de millones de pastillas de metanfetamina y decenas de laboratorios clandestinos.

La captura del “Mayo” Zambada, la entrega de los hijos y familiares del “Chapo” Guzmán y la amenazante existencia de una lista negra con nombres de morenistas distinguidos habla más de una inteligencia americana que una estrategia mexicana. Como sea, es evidente que ahora se combate más a esos delincuentes y que existe la voluntad de recobrar parte de la gobernabilidad perdida.

Solo podremos decir que estamos más seguros cuando el índice de percepción de inseguridad esté por debajo del 50 por ciento, es decir que entre cinco y seis de cada diez mexicanos se sientan seguros en sus localidades y que disminuyan sustancialmente los homicidios dolosos a tasas de 25 muertes por día.

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