
HOLA PAISANO
La hipocresía en cosecha, Trump necesita a los migrantes que su propio discurso expulsa
Ciudad de México, 7 de agosto . – Donald Trump ha vuelto a demostrar que su política migratoria no está guiada por principios, sino por conveniencias. Tras años de criminalizar a los migrantes indocumentados, el presidente —hoy nuevamente en campaña y con poder de influencia institucional— propone un régimen de “ida y vuelta” para los trabajadores agrícolas, reconociendo abiertamente lo que la economía estadounidense sabe desde hace décadas: que, sin migrantes, el campo norteamericano se paraliza.
Esta aparente apertura no es más que un ajuste cínico en nombre del pragmatismo económico. Lo que Trump llama “retorno legal” no es una política de integración ni de reconocimiento de derechos, sino una fórmula utilitaria que busca sacar temporalmente a quienes ya llevan años —incluso décadas— sembrando y cosechando los alimentos de los que se nutre la nación, para luego reinsertarlos en condiciones aún más precarias.
Se pretende crear un circuito migratorio controlado, sin ciudadanía, sin arraigo, sin derechos plenos. En otras palabras, una mano de obra desechable con visa temporal.
¿Desde cuándo se admite públicamente que “la gente de las ciudades no hace ese trabajo”, como dijo Trump, sin asumir al mismo tiempo que la contribución de los migrantes es estructural? ¿Y cómo se puede sostener, con un mínimo de coherencia, una política de deportación masiva mientras se diseñan mecanismos especiales para permitir el reingreso de esos mismos trabajadores, exclusivamente para seguir explotando su fuerza laboral?
Este modelo de doble moral no solo es ofensivo: es peligroso. Porque institucionaliza una lógica donde los derechos están subordinados al interés económico. Porque legitima un sistema que exige que los migrantes “salgan” para luego “volver educados”, como si hubieran llegado ignorantes. Y porque sugiere que es posible construir una economía agrícola sostenible sin garantizar dignidad, seguridad jurídica y protección social a quienes hacen posible su funcionamiento.
Esto sienta un precedente alarmante. La propuesta estadounidense podría inspirar a otros países a replicar esquemas laborales temporales bajo un disfraz de legalidad, mientras refuerzan discursos xenófobos y medidas represivas. La migración no puede seguir siendo vista como un engranaje al servicio del capital, sino como una realidad humana que exige políticas integrales, no excepciones sectoriales.
Trump no está cambiando de postura. Está reafirmando la misma lógica: los migrantes son bienvenidos solo cuando sirven, y solo si se dejan controlar. La historia ya nos ha mostrado hacia dónde conducen esas ideas.
ABRAZO FUERTE
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