Hola Paisano

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El muro negro de Trump, metáfora del fracaso moral de una nación

Ciudad de México, 20 Agosto 2025.- El anuncio de pintar de negro el muro fronterizo con México no es una decisión técnica ni estratégica; es un gesto político cargado de simbolismo y crueldad. Al ordenar que la estructura absorba más calor para que los migrantes no se atrevan siquiera a tocarla, Donald Trump revela, una vez más, que su política migratoria no se basa en la dignidad humana ni en el respeto al derecho internacional, sino en la humillación y el castigo.
El negro, color de luto, termina siendo la metáfora perfecta de una frontera convertida en cementerio. Cada poste pintado será recordatorio de los miles de migrantes que han muerto intentando cruzar el desierto, el río Bravo o las montañas fronterizas. El objetivo declarado de que la pintura “disuada” a quienes buscan un futuro mejor es, en realidad, la normalización del dolor como herramienta política.
Los casi 3 mil 100 kilómetros de frontera entre México y Estados Unidos ya son escenario de una crisis humanitaria documentada por organismos internacionales. Convertir esa barrera en una trampa ardiente no resolverá el fenómeno migratorio ni contendrá los flujos humanos, porque quienes huyen de la violencia, del hambre o de la persecución no lo hacen por capricho, sino por supervivencia.
Además, el presupuesto multimillonario destinado al muro bajo el pomposo nombre de Gran y Hermoso Proyecto de Ley representa una ironía frente a las necesidades internas de la propia sociedad estadounidense: salud pública, educación y recuperación económica.
¿Cuánto de esos 45 mil millones de dólares podría invertirse en cooperación para el desarrollo regional, en políticas binacionales de empleo, en programas de integración laboral que reduzcan la migración forzada?
El muro negro no solo es un monumento a la obsesión personal de un presidente, sino también un símbolo del retroceso en el compromiso de Estados Unidos con los valores que alguna vez proclamó: libertad, asilo, refugio. La frontera pintada de negro es el espejo de una política que prefiere oscurecer la esperanza en lugar de encenderla.
En un mundo interdependiente, levantar muros —y ahora calentarlos con el sol para causar dolor— es la confirmación de que la política migratoria estadounidense bajo Trump no busca soluciones, sino enemigos. Y en esa ecuación, los migrantes se convierten en víctimas de una estrategia de poder que, lejos de detenerlos, solo multiplica el sufrimiento humano. Así las cosas…
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