
Hola Paisano
Juez frena chantaje federal de Trump contra migrantes
Por Daniel Lee
Ciudad de México 23 Agosto 2025.- Al menos una buena noticia para el día de hoy. El fallo del juez federal William Orrick, bloqueó los intentos de Donald Trump de retirar fondos a 34 ciudades y condados santuario en Estados Unidos.
Esto no es solo una victoria jurídica: es un golpe político directo a la narrativa del miedo y la persecución. El Ejecutivo estadounidense pretendía convertir el presupuesto público en un arma de castigo contra gobiernos locales que decidieron proteger a las comunidades migrantes, pero se topó con un límite claro: la Constitución.
Trump, fiel a su estilo de confrontación, buscó instalar la idea de que toda autoridad local debía convertirse en una extensión del aparato migratorio federal.
Sin embargo, los jueces le recordaron que ni siquiera el presidente puede usar los recursos federales como un chantaje político. La amenaza de cortar miles de millones de dólares en salud, seguridad y programas sociales a ciudades como Los Ángeles, Chicago o Boston fue más que una afrenta: fue la demostración de que su estrategia migratoria estaba diseñada para gobernar a través del miedo.
Las llamadas ciudades santuario no son, como las caricaturiza la Casa Blanca, refugios de criminales. Son jurisdicciones que entienden que la seguridad pública se construye con confianza, no con persecución.
Para millones de migrantes —y especialmente para los más de 12 millones de mexicanos que viven en Estados Unidos, de los cuales al menos 4 millones carecen de documentos migratorios— estas políticas locales representan una diferencia vital entre poder acudir a un hospital, denunciar un delito o mantener a sus familias con un mínimo de tranquilidad.
En la práctica, las ciudades santuario han sido un respiro para la diáspora mexicana, que sostiene con remesas a miles de comunidades en México y que al mismo tiempo es usada como chivo expiatorio en la arena política estadounidense.
Trump intentó dinamitar ese principio de protección en nombre de su promesa electoral de “mano dura” y encontró un muro judicial más firme que el que nunca logró levantar en la frontera.
Este episodio revela algo más profundo: la disputa no es solo sobre migración, sino sobre el alcance del poder federal frente a las autonomías locales. La tentación autoritaria de usar la chequera nacional para imponer una visión única del país fue contenida por el sistema judicial. Pero la batalla no está cerrada.
Cada apelación de la Casa Blanca es también un recordatorio de que los migrantes —y muy particularmente los mexicanos— siguen siendo utilizados como moneda política en ambos lados de la frontera.
Mientras tanto, el mensaje de este fallo es claro: gobernar a través del miedo tiene límites. Ni la ley ni la sociedad civil pueden ser sometidas indefinidamente a la lógica de un presidente que busca perpetuar la criminalización de la migración.
Las ciudades santuario, con todos sus matices y contradicciones, hoy representan un dique contra la erosión democrática en Estados Unidos y, sobre todo, un espacio de dignidad mínima para los migrantes mexicanos que sostienen, con trabajo y remesas, buena parte de la relación bilateral. Así las cosas…
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