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Migrar con los ojos abiertos, la advertencia de Marcela Celorio en tiempos de Trump

Por Daniel Lee

Ciudad de México 20 Septiembre 2025.- La segunda presidencia de Donald Trump marca un regreso al endurecimiento de las políticas migratorias en Estados Unidos, una etapa que ya en su primer mandato demostró estar guiada más por el miedo y la exclusión que por el respeto a los derechos humanos.

En este contexto, la advertencia de la diplomática Marcela Celorio, con más de tres décadas de experiencia en servicio exterior, resulta no sólo pertinente, sino urgente: los migrantes mexicanos necesitan conocer las “reglas del juego” si quieren sobrevivir en un sistema que se ha vuelto cada vez más hostil.

El lanzamiento de Polidore, la organización fundada por Celorio, llega como un llamado a la prevención y a la formación cívica. Durante décadas, la narrativa oficial se ha limitado a informar sobre derechos; sin embargo, la experiencia de miles de connacionales demuestra que desconocer las obligaciones básicas en Estados Unidos —desde normas de convivencia vecinal hasta leyes de protección infantil— puede convertirse en un riesgo para quienes carecen de documentos migratorios.

Ejemplos aparentemente menores, como el ruido excesivo en una fiesta o dejar solos a los hijos en casa, son interpretados de manera distinta bajo las leyes estadounidenses y pueden terminar en deportación o en la separación de familias.

Este tipo de situaciones evidencian una verdad incómoda: no basta con cruzar la frontera, es indispensable comprender la cultura jurídica y social del país receptor. En este punto, Polidore no solo educa, sino que confronta la desinformación y las falsas expectativas que históricamente han alimentado la migración irregular.

El trasfondo es aún más grave. La administración Trump, reforzada en un segundo mandato, retoma la lógica del castigo y la deportación masiva bajo el amparo de la Ley de Inmigración y Nacionalidad (INA). Ante esta realidad, el discurso de Celorio funciona como un antídoto contra la ingenuidad: migrar sin preparación no es un acto de esperanza, sino una apuesta arriesgada que puede acabar en tragedia.
Sin embargo, reducir la problemática a un asunto de “adaptación” sería insuficiente.

El verdadero dilema internacionalista consiste en cuestionar por qué un país como México sigue expulsando población al norte sin garantizar condiciones dignas en su propio territorio. Que una organización como Polidore busque disuadir o preparar mejor a quienes migran no debería eximir al Estado mexicano de su responsabilidad estructural: generar oportunidades laborales, educativas y de seguridad que hagan innecesario el éxodo masivo.

La advertencia de Celorio, entonces, debe leerse en dos niveles. Para los migrantes, es un manual de supervivencia frente a un entorno legal y político adverso. Para México, es un recordatorio incómodo: mientras no se atiendan las causas profundas de la migración, miles de connacionales seguirán expuestos a ser expulsados, discriminados o separados de sus familias.

En tiempos de Trump, migrar con los ojos cerrados es un suicidio social y jurídico. Migrar con los ojos abiertos, como propone Polidore, es apenas el primer paso. El verdadero reto está en construir un país donde migrar no sea una necesidad desesperada, sino una elección libre y digna.

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