Hola Paisano

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Entre bicicletas y “Liberty Vans”, la resistencia migrante frente al acoso del ICE

Ciudad de México 22 Septiembre 2025.- Lo que parecía impensable hace algunos años hoy es una realidad: los migrantes en Estados Unidos están organizando su propia defensa cívica frente a las redadas del ICE.

Desde los repartidores en bicicleta que intentan pasar desapercibidos en Whashington, DC, hasta las comunidades que en Los Ángeles han desplegado vehículos ciudadanos de vigilancia, el mensaje es claro: ante el vacío institucional, los migrantes y sus aliados han decidido tomar en sus manos su propia protección.

Este fin de semana, cientos de personas se reunieron en el Parque MacArthur de Los Ángeles para el lanzamiento de una iniciativa inédita, impulsada por el Movimiento Salven Estados Unidos, que presentó tres furgonetas llamadas Liberty Van Uno, Dos y Tres.

Equipadas con cámaras y operadas por voluntarios —abogados, líderes religiosos, veteranos y videógrafos—, estas unidades comenzarán a patrullar en octubre para documentar redadas y brindar apoyo legal inmediato a las familias afectadas.

La presencia de la alcaldesa Karen Bass, quien respaldó públicamente el esfuerzo, y la firma simultánea de cinco leyes estatales por parte del gobernador Gavin Newsom, sellaron un mensaje político contundente: en California, la persecución migratoria no quedará sin respuesta.

Mientras tanto, en Washington D.C., la estrategia de sobrevivencia adopta otro rostro. Repartidores de plataformas como Uber Eats y DoorDash —en su mayoría indocumentados— han optado por cambiar motocicletas por bicicletas.

Lo que podría parecer un ajuste trivial es, en realidad, un acto de resistencia silenciosa: las bicicletas no requieren licencias ni placas, reduciendo el riesgo de ser detenidos por una infracción que derive en arresto y deportación. Donde antes se veían calles llenas de trabajadores en motos, hoy reina un silencio desconcertante, reflejo del miedo que ha empujado a muchos a recortar horarios o abandonar del todo el oficio.

Estos dos escenarios —el camuflaje en la capital y la vigilancia ciudadana en Los Ángeles— retratan la misma paradoja: los migrantes son indispensables para sostener la vida urbana y al mismo tiempo son criminalizados por el aparato federal. El ICE no solo interviene en fábricas, campos o restaurantes, sino también en barrios, plazas y centros comunitarios, instalando un clima de persecución que erosiona el tejido social.

La puesta en marcha de las Liberty Vans y la aprobación del paquete legislativo de Newsom se convierten así en un contrapeso simbólico y práctico a la política de redadas masivas. Son un recordatorio de que, frente al acoso institucional, la respuesta organizada puede transformar el miedo en acción colectiva.

Pero también revelan la contradicción estructural: mientras ciudades y estados ensayan estrategias de defensa y protección, el gobierno federal insiste en un modelo de criminalización que empuja a los trabajadores migrantes hacia la invisibilidad y la precariedad extrema.

La bicicleta como refugio y las furgonetas como escudo ciudadano son hoy metáforas de la resistencia migrante en Estados Unidos. No son solo tácticas de sobrevivencia: son llamados urgentes a reconocer, regularizar y proteger a quienes sostienen la economía desde las sombras.

ABRAZO FUERTE

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