Hola Paisano

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La SCJN y el imperativo de los derechos humanos. una mirada hacia Verónica Elizabeth Ucaranza
Por Daniel Lee Vargas

Ciudad de México, 19 mayo 2025.- En un país donde los flujos migratorios se intensifican, y las brechas de desigualdad siguen marcando el acceso a la justicia, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) se ha consolidado como un contrapeso institucional y una voz firme en defensa de los derechos humanos.
En los últimos años, sus sentencias han sentado precedentes fundamentales para la protección de personas migrantes, niñas, niños y adolescentes en situación de movilidad, y para la garantía del acceso igualitario a servicios básicos como la salud.

Fallo tras fallo, la Corte ha delineado el camino de un México más justo. Así ocurrió, por ejemplo, cuando reconoció el derecho de las personas migrantes a obtener la Clave Única de Registro de Población (CURP), derribando barreras de acceso a derechos fundamentales. O cuando determinó que la atención médica no puede condicionarse al estatus migratorio, reforzando la noción de que la salud es un derecho humano y no un privilegio.

Especial mención merece la sentencia que ordenó al Estado mexicano proteger integralmente a los menores que viajan en caravanas migratorias, exigiendo planes concretos y no simulaciones burocráticas.

Estos avances jurisprudenciales no serían posibles sin una visión progresista y comprometida en los órganos de impartición de justicia.

En este contexto, la figura de la magistrada Verónica Elizabeth Ucaranza Sánchez – por cierto la única mujer Jalisciense que se mantiene en la fase final para ocupar un espacio en el máximo tribunal del país- emerge con fuerza y claridad. Su candidatura para integrar la SCJN no solo representa una carrera judicial de más de tres décadas construida con mérito, desde las trincheras más modestas del sistema, sino también una apuesta por una Corte con mayor sensibilidad social y perspectiva de género.

Ucaranza, candidata hoy a Ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, entiende muy bien esos temas; no proviene de los círculos de élite. Su experiencia como jueza en municipios y comunidades del país le da una comprensión territorial de la justicia, ausente en muchos perfiles. Ha sido promotora de la inclusión en el sistema judicial, sin distinción de género, edad o discapacidad, y ha hecho de la sororidad una herramienta para legislar y juzgar con perspectiva de género.

En tiempos donde la independencia judicial está en entredicho, resulta vital impulsar perfiles que no se dobleguen ante intereses políticos o mediáticos. La presencia de una mujer como Verónica Ucaranza en la SCJN no solo equilibraría la balanza de género, sino que fortalecería la Corte con una visión profundamente humana, formada en la lucha diaria por el acceso a la justicia.

México necesita una Suprema Corte que siga siendo garante de los derechos humanos y que acompañe con valentía la transformación legal y cultural que demanda la sociedad. La trayectoria, el compromiso y la visión de Verónica Ucaranza representan una oportunidad invaluable para avanzar en ese camino.
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