
Hola Paisano
¡Festejen, paisanos! Les van a quitar “solo” el 3.5% de su esfuerzo…, De pena ajena
Ciudad de México 23 Mayo 2025.- En una escena digna del teatro del absurdo, el gobierno de Morena —con Cancillería y embajada incluidas— se atreve a presumir como logro lo que en realidad es una afrenta a millones de familias mexicanas: la imposición de un nuevo impuesto del 3.5% a las remesas desde Estados Unidos.
Un golpe directo al bolsillo de nuestros paisanos que, en lugar de despertar indignación diplomática, ha sido celebrado con vergonzoso entusiasmo por los mismos funcionarios que deberían estar denunciando esta injusticia con firmeza y coherencia.
Perdón…, pero ¿en qué universo se puede festejar como victoria que un castigo anunciado —de 5%— se haya reducido a uno de 3.5%? ¿Desde cuándo defender con tibieza un agravio constituye un acto de diplomacia efectiva? No se equivoquen: este gravamen no es una concesión ni una victoria parcial. Es un fracaso diplomático y legislativo rotundo y una traición silenciosa a los mexicanos en el exterior, orquestado por la indiferencia y mediocridad de quienes dicen representarlos. Cuál fue realmente el avance, el cabildeo de la delegación plural de legisladores mexicanos. ¿Sirvió?
Este impuesto es más que un número. Es un acto de discriminación fiscal que afecta de forma directa a los migrantes indocumentados, a quienes tienen visas temporales y hasta a quienes trabajan bajo regímenes de protección limitada. Es, además, un ejemplo de doble tributación que viola el Tratado para Evitar la Doble Imposición suscrito entre México y Estados Unidos desde 1994. Su aplicación no solo erosiona los ingresos netos de nuestros connacionales, sino que transgrede el espíritu de cooperación y respeto bilateral que sustenta la relación entre ambos países.
Mientras el gobierno de Donald Trump lanza este paquete fiscal como una declaración de guerra a los pobres, a los migrantes y a la justicia tributaria, el gobierno mexicano festeja, balbucea y, peor aún, aplaude. La Cancillería y el embajador en Washington no han hecho más que administrar la derrota. No hubo presión, no hubo articulación multilateral, no hubo liderazgo, lo que hubo fue pasividad, resignación y una desconcertante disposición a quedar bien con todos, menos con nuestros connacionales.
Celebrar la aplicación de un impuesto que jamás debió existir no solo es cínico; es profundamente ofensivo. Las remesas representan el esfuerzo y sacrificio de más de 12 millones de mexicanos en Estados Unidos. Son un salvavidas para millones de familias en México que enfrentan carencias en salud, vivienda y educación. Gravar esos recursos es criminal. Aplaudirlo, es obsceno.
Este episodio exhibe una vez más lo que muchos ya sabíamos: que para el gobierno de Morena, los migrantes son útiles como discurso, pero prescindibles en la práctica. El gobierno federal ha demostrado que no tiene ni visión internacionalista ni una política exterior digna de tal nombre. Su postura ante el impuesto a las remesas no es torpeza: es desinterés disfrazado de diplomacia.
Hoy, más que nunca, necesitamos una representación consular y diplomática combativa, con principios, con claridad jurídica y con capacidad de negociación real. No se trata de pedir favores, sino de exigir respeto. Lo que está en juego no es solo el 3.5% de cada dólar que cruza la frontera. Lo que se está perdiendo es la dignidad de millones de mexicanos a quienes el Estado les ha dado la espalda… otra vez.
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