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La diplomacia a prueba: Sheinbaum, Trump y la realidad migratoria que no cabe en los discursos


Ciudad de México, 17 Junio 2025.- ¿Que se puede hacer en una hora? Vale la pena preguntarse esto ya que este martes la presidenta de México y su homologo Donald Trump tienen pactada una reunión bilateral en Canadá para tratar temas como comercio, migración y aranceles. Pero cabe la duda, Insisto: ¿Qué puede lograrse en 60 minutos cuando uno de los interlocutores promueve públicamente la criminalización del otro?

Sheinbaum ha afirmado que “los datos sobre la frontera muestran que trabajando juntos hay buenos resultados”, pero esa frase simplifica una realidad de violencias estructurales, persecuciones, encierros y deportaciones. Las familias mexicanas enfrentan no solo la separación forzada, sino también el miedo permanente de ser arrancadas de sus empleos, hogares y escuelas.

La diplomacia mexicana tiene la obligación histórica y moral de defender a su diáspora. Sin embargo, ese compromiso no se mide por declaraciones bien intencionadas, sino por acciones firmes, por mecanismos legales de protección, por campañas reales de asistencia jurídica y por una posición clara ante la criminalización sistemática de los trabajadores mexicanos. Ojalá se llegue a eso.

Se trata de la primera salida internacional de Claudia Sheinbaum como presidenta de México, en el marco de la Cumbre del G7 en Canadá, representa más que un acto protocolario: es una prueba diplomática con implicaciones inmediatas para millones de mexicanos que viven y trabajan en Estados Unidos. Aunque la mandataria ha declarado que la paz será el eje de su mensaje ante las potencias del G7, el telón de fondo real de este viaje es la reunión con Donald Trump, quien, en simultáneo, ha ordenado la intensificación del mayor programa de deportaciones masivas en la historia reciente del país vecino.

Este viaje internacional marcaría el inicio de una política exterior que, según el discurso, busca recuperar el papel de México como mediador global. Pero el verdadero reto no está en el G7, sino en Washington. La presidenta se enfrenta a una administración estadounidense que ha demostrado desprecio por los derechos de los migrantes y que utiliza su persecución como bandera electoral.

Si la reunión con Trump se limita a la cortesía diplomática y a frases sin consecuencias prácticas, se perderá una oportunidad clave para defender con contundencia a los millones de mexicanos que hacen funcionar a la economía estadounidense desde sus trincheras invisibles.

Sheinbaum ha insistido en que su participación en el G7 estará orientada por el llamado a la paz. En un mundo sacudido por conflictos armados y tensiones geopolíticas —como el reciente ataque de Israel a Irán— la propuesta suena noble. México tiene una tradición diplomática de no intervención y resolución pacífica de los conflictos, y eso no debe subestimarse.

Sin embargo, hay que preguntarse: ¿es el G7, dominado por las potencias militares y económicas del planeta, el escenario adecuado para posicionar este discurso? ¿Tiene México la capacidad de incidir realmente en la agenda de seguridad internacional desde esa tribuna, o se trata más bien de una declaración de principios orientada al consumo doméstico?

Aún más problemático es el intento de vincular esa retórica pacifista con un llamado paralelo a la “movilización pacífica” de los migrantes mexicanos en Estados Unidos. En vísperas de protestas contra redadas y detenciones impulsadas por Trump, la narrativa puede resultar insuficiente o incluso ingenua ante la crudeza de los hechos.

Y sí, mientras Sheinbaum estaría “promoviendo la paz desde Canadá”, Trump ordenó este fin de semana redadas contra migrantes en Los Ángeles, Chicago y Nueva York. Se trata de un movimiento que no es nuevo, pero sí más agresivo: pretende consolidar “el mayor programa de deportación masiva en la historia” de Estados Unidos.

Las implicaciones humanas y económicas de esta medida son profundas. Según el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (CEMLA), más de seis millones de trabajadores mexicanos inmigrantes están concentrados en 12 estados de EU., siendo California y Texas los epicentros. Solo en 2024, California albergaba a más de 2.3 millones de trabajadores mexicanos —31% del total nacional—, mientras que Texas concentraba cerca de 1.5 millones, el 19.7%.

En sectores como la agricultura y la construcción, uno de cada 1.8 trabajadores agrícolas y uno de cada 3.2 en la construcción son inmigrantes mexicanos. Una redada masiva no solo golpea a las familias y comunidades migrantes, también desestabiliza sectores enteros de la economía estadounidense.

En suma, este primer viaje de Claudia Sheinbaum es un examen de realidad. La paz es una aspiración legítima, pero su defensa exige más que discursos: requiere coraje político, claridad estratégica y la capacidad de interpelar al poder con datos, con firmeza y con la dignidad que merecen nuestros connacionales.

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