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Lectura: Libertad Bajo Palabra
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Libertad Bajo Palabra

Enrique Rodríguez Martínez
Última actualización: 23 octubre, 2025 10:03 am
Enrique Rodríguez Martínez
Publicado: 23 octubre, 2025
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Dignidad

Es un atributo cada vez más escaso entre los servidores públicos, y me atrevería a decir que prácticamente inexistente entre quienes prefieren sacrificar principios para conservar una posición de poder. Decía el gran portugués universal José Saramago, “la dignidad no tiene precio. Cuando alguien comienza a dar pequeñas concesiones, al final, la vida pierde su sentido”.

Una condición para ser digno es la honestidad y es una especie de orgullo bien encausado, es saber cuando retirarse a tiempo sin traicionarse a sí mismo. Es valor consustancial a la congruencia que también ha sido vapuleada en nuestros días. Pero ¿a qué viene todo esto?

En tiempos oscuros, cuando los ejes de comportamiento de la clase política, juzgadores, legisladores y funcionarios se basan en la doble moral, el engaño y la mezquindad, la dignidad destaca por su rareza entre quienes no están dispuestos a ceder ante los oportunistas. Hay dos casos de mujeres juzgadoras que sobresalen en la escena nacional respecto a esta reflexión que comparto con ustedes, se trata de las magistradas Lilia Mónica López Benitez y Janine Otálora Malassis.

Hace unas semanas el Órgano de Administración Judicial (OAJ) que reemplazó al Consejo de la Judicatura Federal informó que no se otorgarían licencias académicas a juzgadores para asistir a congresos, cursos o cumbres internacionales que habían formado parte de la representación mexicana ante diversos foros de juristas en el mundo. Para tal efecto, quienes representaban a México en este tipo de actividades pedían una autorización sin goce de sueldo que generalmente se otorgaba sin mayor dificultad.

Hace unos días la magistrada López Benitez, que integraba el Séptimo Tribunal Colegiado de Circuito en Materia Penal en la Ciudad de México decidió renunciar ante la negativa del OAJ para concederle una licencia académica de 3 días bajo el argumento de que el tribunal en el que se desempeñaba está integrado también por 2 magistrados electos sin carrera judicial y consideraron de “suma importancia” su presencia ante lo que se interpreta como un reconocimiento implícito de la inexperiencia e incapacidad de los recién llegados para sacar adelante los asuntos de ese órgano jurisdiccional sin la tutela de López Benitez, que además es reconocida por su congruencia en el proceso de reforma como una de las principales críticas de la elección de juzgadores por voto popular.

En resumen, una figura incómoda para los intereses de quienes ahora controlan el Poder Judicial de la Federación.

En el colmo de las desfachatez, un caso similar tuvo respuesta distinta para otorgar licencia a la Magistrada de Circuito Enriqueta Velasco Sánchez que presumió su viaje a El Salvador en sus redes sociales, sin que hubiera inconveniente para dejar temporalmente su tribunal en Puebla para emprender el viaje que la llevó a participar en el “Taller por una Internet Abierta, Segura y Confiable” los días 6 y 7 de octubre.

La diferencia es sencilla, Queta Velasco, como se hace llamar en su cuenta de X, ha sido una entusiasta aplaudidora de la reforma judicial y de las tropelías de Arturo Zaldívar. Con ella no hubo inconvenientes para la licencia, lo que evidenció la diferencia de criterio en un caso idéntico al de Lilia Mónica.

Ese fue el detonador con el que la ex consejera, reconocida por su impecable carrera judicial de 36 años en la que estuvo muy cerca de ser designada ministra en el anterior sistema de ternas, tomó la decisión de dar paso lateral no sin antes explicar sus motivos, exhibir al OAJ y leer su mensaje de despedida ante a sus compañeros de tribunal, apanicados por su desconocimiento técnico y nula experiencia.

La doctora López Benitez dijo con incuestionable autoridad moral en su última participación como magistrada: “La reforma judicial no sólo cesó nombramientos, también quebró proyectos de vida, vocaciones y sueños. Pero incluso en medio del dolor, me aferro a la dignidad como última trinchera. Me niego a ver esta despedida como una derrota, me voy con la serenidad de quien resistió sin renunciar a sus principios, con la certeza de que el tiempo pondrá en su lugar a quienes confundieron el servicio con la sumisión y el poder con la justicia”.

Sus palabras representan el sentir de muchos colegas a quienes se les arrebató de su carrera judicial y prefirieron no participar en la elección que otorgó juzgados, tribunales y togas a los oportunistas para consumar la destrucción de la separación de poderes en nuestro país.

EDICTOS

Otro destacado ejemplo de dignidad es Janine Otálora que mediante carta enviada a la morenista Laura Itzel Castillo, presidenta en turno del Senado anunció su decisión de concluir el 31 de octubre su ciclo como magistrada de la Sala Superior del Tribunal Electoral que ahora es una caricatura sin credibilidad. La magistrada podía mantenerse en el cargo hasta 2027 y se había venido desempeñando como el último reducto de coherencia frente al entreguismo de Monica Soto, Felipe de la Mata y Felipe Fuentes en una institución cooptada por el régimen gobernante. Asumió el cargo en 2016, fue presidenta de esa Sala Superior en un plazo inconcluso en virtud de las inconfesables presiones que padeció durante la época en que Arturo Zaldívar encabezó la Corte, hasta que prácticamente fue orillada a dejar esa posición que resultaba un inconveniente para los intereses políticos de Andrés Manuel López Obrador en su afán de desfigurar la autonomía de ese órgano jurisdiccional. La doctora Otálora Malassis votó en contra de las principales decisiones que destruyeron la objetividad del Tribunal Electoral, entre ellas el aval a la elección de jueces magistrados y ministros, el regalazo de la llamada súper mayoría para que Morena y sus aliados reformen a placer la Constitución y el vergonzoso dislate de hacerse de la vista gorda ante los acordeones que dirigieron burdamente el sentido de la elección de juzgadores para dar por ganadores a los más obsequiosos perfiles que ahora destacan por su ignorancia jurídica, inexperiencia y falta de escrúpulos. La decisión vuelve a dejar incompleto al Tribunal Electoral, hasta que en 2027 sea votado nuevamente con acordeón de por medio, el perfil de quien se sume a esa Sala Superior para ser útil y obediente al Ejecutivo.

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