Cada año, entre finales de octubre y principios de noviembre, millones de mariposas monarca llegan a los bosques templados de México tras recorrer miles de kilómetros desde Canadá y Estados Unidos. Este impresionante fenómeno natural se produce gracias a la llamada generación Matusalén, un grupo especial de mariposas que, a diferencia de sus predecesoras, puede vivir hasta ocho meses y conserva su energía para realizar la migración completa sin reproducirse durante el viaje.
La migración de las monarca está sincronizada con el acortamiento de los días, los cambios de temperatura y la disminución de la luz solar, señales que perciben mediante receptores en sus antenas y ojos. Además, se orientan usando el campo magnético terrestre y la posición del sol, lo que les permite recorrer más de 4 mil kilómetros con gran precisión.
Una vez en México, las mariposas se concentran en los bosques de oyamel, situados entre los 2 mil 400 y 3 mil 600 metros sobre el nivel del mar, principalmente en la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca, que abarca Michoacán y el Estado de México. Allí, entran en un estado de letargo reproductivo para conservar energía hasta marzo, cuando emprenden el regreso al norte y nuevas generaciones completan el ciclo migratorio.
La llegada de las monarca no solo es un espectáculo natural, sino que también tiene un significado cultural y espiritual, coincidiendo con la celebración del Día de Muertos. Sin embargo, su migración enfrenta amenazas por cambio climático, deforestación y la pérdida de algodoncillo, planta esencial para su reproducción en EE.UU. y Canadá, lo que convierte su conservación en una responsabilidad compartida a nivel internacional.

