El pasmoso desarrollo de Japón y China (segunda parte)
Por Judith Álamo
China, considerada «El Gigante Asiático», cuenta con más de mil 400 millones de habitantes y hasta hace poco era el país más poblado del mundo, hace dos años India lo superó, y en ello tuvo que ver la política demográfica planificada que estableció el derecho al hijo único para los matrimonios (1979-2015), hace 10 años se amplió a dos hijos y desde 2021 es de tres. Japón, ubicado al este de China, es llamado la «Tierra del Sol Naciente», con 123.1 millones de habitantes.
Nunca ha tenido una política demográfica restrictiva, sin embargo, desde hace 14 años enfrenta un descenso poblacional, disminuyen los nacimientos y aumenta el número de personas de 65 años y más (29,3%). También crece significativamente el segmento de mayores de 75 años.
El reconocimiento ante la longevidad de las japonesas y japoneses como resultado de un sistema de vida activo, la alimentación oriental y las relaciones comunitarias también tiene su lado problemático: la larga vida aumenta el gasto en salud entre otros.
Japón tiene un índice de Desarrollo Humano (IDH) más alto que China, según datos del 2022, fue de 0.925 y 0.788, respectivamente. Las diferencias aumentan cuando se compara el Producto Interno Bruto (PIB): en 2024, el PIB per cápita de Japón fue de aproximadamente de 32 mil 498 dólares; mientras que el de China fue de 13 mil 313.
En cuanto al índice Gini, que mide la desigualdad de ingresos entre la población de una nación, datos del 2022 muestran que hubo mayor desigualdad en China (35.7) en comparación con Japón (32.3). China y Japón compiten por el liderazgo tecnológico mundial, actualmente ambas son potencias.
China pasó de ensamblar a innovar e impulsar la automatización industrial; invierte en investigación y desarrollo, lidera inteligencia artificial, telecomunicaciones, aeroespacial y las nanotecnologías, mientras que Japón conserva su ventaja en robótica, automoción, electrónica y semiconductores, entre otros.
En las paradojas del desarrollo ambas naciones están en los primeros lugares de naciones con la más cuantiosa deuda externa, pero igualmente, por su estabilidad política y económica ocupan los primeros lugares entre los cinco países más ricos del mundo.
Viajé a Oriente sin expectativas ni prejuicios, para observar y apreciar los países visitados, regresé profesándoles admiración porque si bien es cierto que el sistema chino cancela libertades a sus connacionales, como el derecho a la libre procreación, con planificación inteligente lograron dejar atrás la pobreza extrema de la postguerra mundial y en medio siglo se han catapultado entre las principales naciones del mundo.
Ante el envejecimiento poblacional, China ha cambiado la política del hijo único y decidió impulsar la educación, la tecnología y el comercio internacional digital, para regresarle la grandeza a esa nación que a través de la historia ha hecho grandes aportaciones a la humanidad con inventos como la brújula, la pólvora, el papel, la imprenta y el comercio, entre otros.
Y Japón, con su cultura ética y estética, su exigente sistema educativo, su refinada búsqueda de armonía interna y externa, la alta calidad en sus procesos y sus productos, se ha consolidado como un innovador planetario de la belleza y la eficiencia.
El mundo actual no podría describirse sin su influencia en la cultura de la gastronomía, la moda, la música, el anime –caricaturas japonesas difundidas globalmente, inclusive en la televisión mexicana, a partir de los años 80–, o de las peculiares mangas o tiras cómicas niponas. En una próxima entrega narraré el recorrido realizado por 40 turistas mexicanos a finales del pasado mes de septiembre entre las dos naciones asiáticas.

