Podrían suspenderse los apoyos contra la violencia de género, educación, alimentación básica de la ACNUR por falta de recursos

Podrían suspenderse los apoyos contra la violencia de género, educación, alimentación básica de la ACNUR por falta de recursos

Hasta 11,6 millones de personas refugiadas y otras personas forzadas a huir corren el riesgo de perder este año el acceso a la asistencia humanitaria directa de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, por los recortes en el financiamiento de ayuda a refugiados en muchos países del mundo, según un informe publicado hoy. Esta cifra representa aproximadamente un tercio de las personas atendidas por la organización el pasado año. Y, “como siempre, las mujeres y los niños son los más afectados”.

En total, se están recortando o suspendiendo programas esenciales por valor de mil 400 millones de dólares, según el análisis de los programas y fondos recibidos por ACNUR este año. Millones de personas se están enfrentando a un deterioro de sus condiciones de vida, mayores riesgos de explotación y abuso, y podrían verse obligadas a desplazarse nuevamente.

Las necesidades de financiación de ACNUR para 2025 ascienden a 10 mil 600 millones de dólares, a mitad de año, solo se ha cubierto el 23 por ciento. “Ante este panorama, nuestros equipos están centrando sus esfuerzos en salvar vidas y proteger a las personas forzadas a huir”.

En países como Colombia, Ecuador, Costa Rica y México, no contar con un estatus legal reconocido implica que las personas refugiadas estén expuestas a una pobreza creciente y a una inseguridad prolongada, al quedar excluidas del empleo formal y con una mayor exposición a la explotación y al abuso.

Estos recortes están socavando los esfuerzos realizados para encontrar soluciones a largo plazo. Los incentivos para voluntarios refugiados también se han visto gravemente afectados, lo que pone en riesgo servicios vitales y elimina una fuente regular de ingresos para estas personas.

Todos los sectores y operaciones se han visto afectadas, y se están suspendiendo actividades de apoyo crítico para mantener la ayuda vital. Los recortes han obligado a ACNUR a pausar el traslado de personas llegadas a áreas fronterizas hacia lugares más seguros, en países como Chad y Sudán del Sur, dejando a miles varadas en zonas remotas. En Uganda, las tasas de desnutrición están aumentando en algunos centros de recepción, con acceso limitado a agua potable y alimentos.

Los servicios de salud y educación se están reduciendo, resultando en el cierre de escuelas y la falta de personal en clínicas. En los campamentos que acogen a refugiados rohingya en Bangladesh, la educación de unos 230 mil niños está en riesgo de ser suspendida. Todo el programa de salud de ACNUR en Líbano corre el riesgo de cerrarse a finales de año.

La ayuda financiera y la entrega de artículos de emergencia se han reducido en un 60 por ciento a nivel mundial, y los programas de alojamiento se han visto gravemente recortados. En lugares como Níger, los recortes en la ayuda financiera para vivienda han dejado a familias en instalaciones masificadas o en riesgo de quedarse sin hogar. La ayuda financiera en Ucrania y en toda la región también ha sido recortada, dejando a familias desplazadas sin poder pagar el alquiler, alimentos o tratamientos médicos.

El registro, la protección infantil, el asesoramiento legal, así como la prevención y respuesta a la violencia de género se han visto gravemente afectadas. En Sudán del Sur, el 75 por ciento de los espacios seguros para mujeres y niñas apoyados por ACNUR han cerrado, dejando a hasta 80 mil mujeres y niñas refugiadas, incluidas supervivientes de violencia sexual, sin acceso a atención médica, apoyo psicosocial, asistencia legal, ayuda material o actividades generadoras de ingresos.

Los recortes también están afectando, de forma preocupante, al reasentamiento y al retorno seguro y voluntario de personas refugiadas. Alrededor de 1,9 millones de afganos han regresado a su país o han sido devueltos desde principios de año, pero la ayuda financiera para los retornados apenas alcanza para comprar alimentos, mucho menos para pagar el alquiler, lo que socava los esfuerzos para garantizar una reintegración estable.

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