Política a las Brasas

Política a las Brasas

El PRI en el Zócalo

Una de las carencias que presenta nuestra clase política es la falta de imaginación. No importa si fue del viejo PRI, de Morena -que también es el viejo PRI- o los panistas: todos hacen lo mismo en la presidencia: eventos deslucidos en salones decadentes, discursos mitineros con acarreados, saludos con los gobernadores, la presencia de sindicatos con porras y matracas y esa costumbre tan mexicana de dar algunos billetes, tortas y refrescos a los asistentes.

No importa si es el cierre de campaña del candidato a gobernador, alcalde o la presidencia del país: hacen lo mismo adecuando las cantidades. Unos llenan una pequeña plaza, otro un estadio, una plaza de toros y el grandote el Zócalo. No importa cuándo sea ni de qué partido es el candidato. Siempre es igual.

Esto seguramente sucede por nuestra cultura priista de la cual están más que impregnados todos los partidos. Esa idea vieja e inútil de “mostrar músculo” que no significa otra cosa que llevar acarreados a un lugar a vitorear un evento. A parte de penoso por el uso de la situación de pobreza de las personas transportadas, es electoralmente de dudosa utilidad a estas alturas del siglo XXI. Pero bueno, insisten en hacer lo mismo.

Los eventos presidenciales lo único que tienen de diferencia los de Sheinbaum y los de AMLO con todos los demás presidentes es que no se han llevado a cabo en Los Pinos pero el acartonamiento es el mismo. Los discursos oficiales ni siquiera tienen construcciones distintas, son como oratoria de concurso escolar: cursis y repetitivos.

El evento de la presidenta Sheinbaum el pasado domingo no tuvo nada de diferente. Los presidentes, y ahora también a la presidenta, les encanta llenar el Zócalo. Sienten que es un logro personal, que la gente llega siempre por voluntad a verles y aplaudirles. No es novedad para nadie: un Zócalo lleno es algo que desde hace años se ha convertido en un lugar común en nuestra vida política.

En el caso de Morena es peor el asunto porque no creo que ninguna persona haya llenado el Zócalo tantas veces como López Obrador. Lo llenó hasta el cansancio. Se espera que Sheinbaum lo llene cada que así lo deseé ¿dónde está la novedad?

El informe del domingo solo tuvo de destacado que a sus enemigos internos, la presidenta los mandó a una especie de corral lejos de ella, sin la posibilidad de un saludo, una selfie o una foto para el feis.

Los llamados y la defensa de la “unidad del movimiento” y el señalamiento de que los enemigos “nos quieren dividir”, resultaron un contrasentido para esa imagen que quieren vender algunos de una mujer de izquierda altamente competente y de un olfato político maravilloso. Como si se tratara de un evento ochentero nada más faltó la presencia de Fidel Velázquez en la plaza para que gritaran ¡viva el PRI! El domingo, el espíritu priista se paseó por el Zócalo como en sus mejores épocas.

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