Entre mito, ciencia y efecto psicológico, esto es lo que dicen los expertos
Las cintas kinesiológicas, esas coloridas tiras elásticas que muchos atletas llevan en hombros, rodillas o tobillos, se han vuelto parte del paisaje habitual en gimnasios, consultorios de fisioterapia y competencias deportivas. Prometen aliviar el dolor, prevenir lesiones y mejorar el rendimiento físico. Pero ¿qué tan efectivas son realmente?
Estas cintas, diseñadas para moverse como una “segunda piel”, ganaron popularidad tras los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, cuando varios deportistas de élite comenzaron a usarlas. Sin embargo, los estudios más recientes indican que su eficacia no proviene tanto de un efecto físico directo sobre los músculos, sino de mecanismos neurológicos y psicológicos.
De acuerdo con Christopher DaPrato, fisioterapeuta de la Universidad de California en San Francisco, en sus inicios se creía que las cintas mejoraban el flujo sanguíneo y ayudaban al drenaje linfático, optimizando el trabajo muscular. Pero investigaciones posteriores han demostrado que estos efectos mecánicos son limitados.
Lo que sí parece comprobado es que las cintas pueden influir en la propiocepción —la conciencia que el cuerpo tiene de sus movimientos y posición—, lo que ayudaría a mejorar el equilibrio y la coordinación. Según el profesor Shashank Ghai, de la Universidad de Karlstad (Suecia), la cinta podría ejercer presión sobre las terminaciones nerviosas de la piel, amplificando la comunicación entre el cuerpo y el cerebro.
Además, algunos estudios apuntan a que las cintas pueden reducir la percepción del dolor, aunque la evidencia sigue siendo mixta. Para muchos especialistas, el principal efecto es psicológico: sentirse protegido o reforzado puede generar confianza, disminuir la ansiedad y mejorar el desempeño.
Hoy en día, los expertos coinciden en que no es necesario ser un profesional para aplicar la cinta, aunque encontrar la adecuada puede requerir prueba y error. Lo importante, señalan, es elegir una marca que se adhiera bien a la piel y usarla con moderación.
En definitiva, las cintas kinesiológicas pueden ser una herramienta útil de apoyo temporal, pero no sustituyen al entrenamiento, la rehabilitación ni al fortalecimiento muscular. “Es una gran muleta a corto plazo”, afirma DaPrato, “pero el verdadero progreso llega cuando tu cuerpo ya no la necesita”.

