Científicos de la Unión Europeo de Geociencia confirmaron que la contaminación por mercurio procedente de la minería de oro artesanal y a pequeña escala (MAPE) contamina los cultivos alimentarios no a través del suelo, como se creía anteriormente, sino directamente del aire. Impulsada por el alza del precio del oro, que se ha multiplicado por más de diez desde el año 2000, la rápida expansión de la minería no regulada en estas regiones plantea interrogantes urgentes sobre la seguridad alimentaria, la salud humana y la justicia ambiental.
El estudio, realizado por un equipo internacional de científicos dirigido por Excellent O. Eboigbe y David McLagan, de la Universidad de Queens, y Abiodun Odukoya Mary, de la Universidad de Lagos, se centró en una comunidad agrícola de Nigeria situada cerca de una mina de oro artesanal y a pequeña escala. Los investigadores compararon los cultivos de un campo ubicado a 500 metros de la mina de oro artesanal y en pequeña escala con los de otros cultivados a 8 kilómetros de distancia. El contraste fue sorprendente: las concentraciones de mercurio en hojas y granos eran aproximadamente entre 10 y 50 veces mayores en la finca más cercana a la mina.
Durante décadas, los científicos han asumido que el mercurio entra en los cultivos alimentarios principalmente a través de las raíces, tras filtrarse en el suelo o el agua. Pero esta nueva investigación, que utiliza sofisticados análisis de isótopos estables de mercurio, revela un mecanismo muy diferente. La mayor parte del mercurio presente en los tejidos vegetales proviene de la atmósfera, absorbido por las hojas durante la fotosíntesis. En resumen: las plantas inhalan mercurio. David McLagan afirma que:
«La absorción de mercurio del aire por las plantas representa el mayor sumidero de mercurio del aire a los sistemas terrestres [tierra y agua dulce]. Si bien este servicio ecosistémico crucial ayuda a reducir la cantidad de mercurio que se redistribuye globalmente a través de la atmósfera, plantea preocupaciones para la salud humana cuando son los cultivos básicos los que despojan al aire de mercurio».
El equipo de investigación descubrió que las partes de las plantas con hojas, que suelen consumir los seres humanos y el ganado, retenían las concentraciones más altas de mercurio. Las partes comestibles sin hojas, como las raíces de yuca o los granos de maíz, presentaban concentraciones más bajas, pero aun así presentaban una contaminación significativa.
Si bien los niveles se mantuvieron por debajo de los umbrales internacionales de consumo de mercurio, los autores advierten que el consumo de cultivos contaminados con mercurio cerca de las zonas de MAPE podría seguir planteando problemas de salud, ya que las normas internacionales emplean tasas de consumo de cultivos conservadoras, y que en otros estudios se ha observado una contaminación aún mayor del aire, el suelo y los cultivos. Esto es especialmente relevante en comunidades que dependen de la agricultura local para su supervivencia.

