Claudia Sheinbaum denostó y descalificó las movilizaciones de descontento. Y la violencia no se detiene

Foto: Presidencia de México.

Por: Fernando Ramírez de Aguilar

Más allá de la versión oficial sobre las marchas de descontento que se llevaron a cabo en al menos 35 ciudades del país y de las acusaciones oficialistas de que todas estas movilizaciones fueron convocadas “por la derecha”, lo cierto es que el tratar de minimizar el número de participantes y acusar a otros grupos políticos de generar la violencia, muestra la cara de un gobierno que trata, por todos los medios posibles, de demostrar que todo en el país está bien.

Hubo movilizaciones en Monterrey, Guadalajara, Puebla, Mérida, Querétaro, Chihuahua, Tijuana, Toluca y Veracruz, por mencionar algunos. Lo cierto es que ni la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y la jefa de gobierno capitalino, Clara Brugada Molina –a quien por cierto le quedó super grande el cargo–, no han mostrado ni un ápice de autocrítica a sus administraciones ni contra sus colaboradores, mientras el país se encuentra sumido en el malestar por la violencia, falta de empleo, extorsiones, secuestros, asesinatos, balaceras por doquier y autoridades municipales y estatales inmiscuidas con el crimen organizado.

Para Morena y sus aliados, en México se visualiza un país donde no pasa nada, donde todo está bien, donde los mexicanos están muy contentos con los programas sociales, pero cometen un gravísimo error al apostar a la apatía e indiferencia de los ciudadanos, cuando el descontento popular sigue creciendo y, ahora, los jóvenes estudiantes o no, ya están tomando cartas en el asunto, pues tienen un futuro muy incierto y la violencia sigue creciendo aceleradamente, a pesar de los grandes logros alcanzados por el Ejército, la Marina y las policías federales.

Pero dichos logros, son insuficientes ante la situación que se vive en diversas regiones del país, donde la delincuencia está afectando severamente el desarrollo de muchas comunidades que ya fueron abandonadas por sus pobladores.

El pasado fin de semana, pese a las agresiones del llamado “grupo negro” que se confrontó con la policía capitalina, una imagen diferente llamó la atención el fin de semana en México.

Era la calavera sonriente y con sombrero del anime One Piece, estampada en las banderas que se vieron en las protestas convocadas por la Generación Z en más de 30 ciudades.

Esas imágenes y la de los enfrentamientos en el Zócalo capitalino, le dieron la vuelta al mundo. Y a pesar de las reiteradas mentiras que sostienen los voceros y funcionarios del gobierno federal y locales de que son grupos pequeños los inconformes, lo cierto es que el aparato propagandístico del Estado permitió que la Cuarta Transformación impusiera un gobierno autoritario que no comparte el poder ni con los propios integrantes de su movimiento.

Eso, les funcionó en el sexenio pasado y tratan de repetir la misma dosis en la administración actual, pero las circunstancias han cambiado y ahora ya se escuchan voces -–y no la oposición— ciudadanas que están demandando un cambio de gobierno. Es falaz, como dicen los morenistas, que la sociedad mexicana está conforme. No es cierto. Hay mucho malestar colectivo que se está manifestando de diversas maneras.

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